Hasta que se ponga el sol se filmó durante el Festival B.A.Rock III, realizado en las afueras del estadio del club Argentinos Juniors. El B.A.Rock era un ciclo que apuntaba a ser, en el mejor de los casos, una versión local de los dos encuentros multitudinarios y al aire libre que se habían celebrado en el norte, el Woodstock norteamericano en 1969 y el Festival de la Isla de Wight inglés en 1970.
Pero el rodaje no concluyó cuando la última banda cerró su show, porque poco después de que hubiera concluido el festival, Jorge Alvarez exigió al director Aníbal Uset que se incorporara un tema de un grupo nuevo que acababa de hacer su primera grabación en Talent, el sello que el mismo Alvarez conducía. Así, sin haber participado en el B.A.Rock, Sui Generis pudo entrar en Hasta que se ponga el sol.
En la película se ve a Sui Generis como un dúo, con Nito Mestre en el centro de un escenario, tocando la guitarra acústica y cantando, y con Charly García casi de espaldas a su compañero, tocando un piano acústico y cantando. En un segundo plano, haciendo la base rítmica, se ve a Franciso Pratti en batería y Alejandro Correa en bajo. El tema que presentó Sui Generis en esa oportunidad fue Canción para mi muerte, no casualmente el lado A del disco simple con el que fueron presentados en sociedad.
El momento histórico
Así como muchos años después la FM Rock & Pop fue la impulsora de numerosas realizaciones artísticas ligadas al rock, en aquel momento la revista Pelo fue la cabeza visible de la producción de los festivales B.A.Rock. Haciendo la salvedad entonces, de que esa publicación era parte interesada porque sustentaba buena parte de la organización del festival, igualmente se puede obtener una aproximación al momento de la historia del rock local en que se hizo el B.A.Rock III, recuperando el editorial que publicó Pelo al comienzo de la primavera de 1972:
«Hemos crecido. Y tenemos los problemas e inconvenientes que eso implica. Ahora lo progresivo es una verdadera fuerza, una posición más o menos clara. Cuando los grupos no alcanzaban a contarse con los dedos de una mano, cuando los que movían la cosa a fuerza de un oxígeno carísimo eran muy pocos, y cuando el público era poco y los empresarios lo despreciaban, el todo era traslúcido porque el pequeño poderío estaba a la vista y las vallas que se interponían se sabía cuáles eran. Ahora la cosa es distinta. Cualquier movimiento de la progresiva es «una cosa seria»…: miles de personas reunidas, long plays vendidos por millares, ratings de televisión ganados, notas sorprendidas en la prensa que antes despreciaba el rock, y similares. Todo el mundo quiere compartir el queso. Hasta los políticos, bastante acostumbrados a eso de las tajadas, se desesperan por engancharse en el asunto. Con todas estas precauciones, con sumo cuidado de mantener inalterable el espíritu de los primeros tiempos, se va a hacer el B.A.Rock – III Festival de Música Progresiva».
Los antecedentes
Si bien había algunos antecedentes -los cortometrajes Los Shakers de Rodolfo Corral (1966) y Buenos Aires Beat de Néstor Cosentino (1970), y el híbrido largometraje El extraño de pelo largo de Julio Porter (1969), más bien dedicado al pop complaciente aunque uno de sus protagonista era Litto Nebbia-, puede convenirse que la llegada del rock nacional al cine se produjo con Hasta que se ponga el sol. Y fue un acontecimiento que no pasó inadvertido para el público, los músicos y los allegados al rock. De alguna manera, fue la primera certificación de que esa música todavía nueva y por muchos totalmente desconocida estaqba consiguiendo sus primeros certificados de existencia fuera de su ámbito natural.
¿Una concesión o no?
En la nota de presentación de Hasta que se ponga el sol, la revista Pelo se preocupó en explicar a sus lectores, que naturalmente eran el primer público de la película, que el ingreso del rock al mundo del cine no significaba necesariamente una concesión al Sistema. Aquellos todavía eran tiempos en que cándidamente se rendía culto a todo lo que luciese alternativo. «Para el rock, Hasta que se ponga el sol es una gran manera de quebrar la rígida cortina de intereses y tabúes que se le interpone para impedir su acceso a una cobertura popular», afirmó aquella nota seguramente escrita por Daniel Ripoll, director de la revista y uno de los principales gestores de los festivales B.A.Rock (al punto que apareció en la película haciendo las presentaciones de los distintos números). «Es probable que el cine sea una de las maneras (inconcientes pero no inocentes) del Sistema para deglutir y alisar el movimiento de música popular progresiva, pero en ese caso, las mismas características tiene la industria del disco, vital esencia para que los músicos puedan hacer llegar su mensaje y establecer la comunicación. La batalla del disco ya fue ganada: los músicos graban lo que quieren y además ganan adeptos. Con esta película, hecha con concesiones por todos los que participaron, ocurrirá seguramente lo mismo. Y será un medio más para crecer. Y un miedo más que tendrán los otros al ver que es imparable».
La crítica
«No es una película convencional», comenzó diciendo el crítico Jorge Boimvaser en el Diario La Opinión, en el comentario a la película Hasta que se ponga el sol, publicado el sábado 10 de febrero de 1973. «Su estructura rompe el esquema idiotizante con que se realizó hasta hoy el cine destinado al consumo de la generación más joven de nuestro país». La nota elogia el trabajo de Uset, a quien reconoce como «bastante conocedor de la ideología de los grupos y del público de nuestro país». Su cámara «ágil e inquieta por momentos, desnuda a los personajes tal cual son, recurriendo a escenas de gran dinamismo», agrega.
«Hasta que se ponga el sol logra una amplia imagen de lo que significa el rock en nuestro país. Como primera experiencia fílmica de su tipo, va mucho más allá de la simple exposición de los grupos y su música. La cámara recorre y desnuda en forma natural las características principales que van asumiendo los grupos en sus interpretaciones y la ideologia generalizada del público de rock. La película, además, llegará a una inmensa cantidad de público que, como en el caso del interior, no puede acercarse personalmente a los recitales de la Capital. Por esa razón, por la sorpresa que constituye el resultado final, y por la belleza de sus imágenes, el producto es altamente positivo».
A pesar de los elogios, Hasta que se ponga el sol no fue una película exitosa. Estuvo solo un par de semanas en el centro de Buenos Aires. Después recorrió cines de barrio de la Capital y del Gran Buenos Aires, muchos de los cuales años después cerraron, como el Gran Prix de Flores, el Hispano de San Fernando, el Gran Star de Haedo, el Monumental de Lomas del Mirador, el California de Villa Insuperable, el Víctor de Villa Bosch, el Olavarría de La Boca y el Nuevo Ciudadela de Ciudadela. En estas exhibiciones, Hasta que se ponga el sol compartió cartel con films como el musical folklórico Argentinísima impulsado por el animador radial Julio Márbiz, el Argentino hasta la muerte que presentaba como principal atracción al ultranacionalista cantor folklórico Roberto Rimoldi Fraga, y la comedia El profesor patagónico que tenía como primeras figuras al cómico Luis Sandrini y al por entonces exitoso cantautor Piero, quien desempeñaba el rol de un cura bueno.
El director
Aníbal Uset, además de realizador y productor cinematográfico, es abogado. En la segunda mitad de los años 60 fue habitué de La Cueva de Pueyrredón y del bar La Perla de Once. Por esa circunstancia, estuvo cerca del grupo de jóvenes fundadores del rock argentino que integraban Javier Martínez, Pipo Lernoud, Miguel Abuelo, Moris y Tanguito, entre otros. Poco después del estreno de Hasta que se ponga el sol, Uset dijo al diario La Opinión que a esta película la venía imaginando desde la época de La Cueva. «Por eso transmito algo de eso, mis primeros amores: Los Gatos, Los Shakers, Moris. En ese tiempo planeaba el film casi a nivel subconciente». Antes de hacer Hasta que se ponga el sol, Uset había dirigido El Rey de Londres en 1966 y Che OVNI en 1967. Luego haría Facundo Cabral en Sierra Santa (1973) y Un idilio de estación (1978).
En otro tramo de aquel reportaje que publicó La Opinión, Uset dijo que hizo Hasta que se ponga el sol porque sentía «una predilección muy grande por el rock. Siempre admiré la libertad de expresión de este tipo de música, de la misma forma que siento una total identificación con la música y con su estilo de vida».
«La intención no fue reproducir Woodstock«, señaló Uset a Pelo en los días previos al estreno. «Quise reflejar la realidad de toda una generación argentina que se expresa a través de la música de rock, y a la que está consiguiendo imprimirle características muy propias. Por esa razón, el film es básicamente igual a películas similares que se han filmado en otras partes del mundo, porque nuestro público y nuestros músicos tienen características propias, y ambos son los verdaderos y únicos protagonistas del film».
La trastienda del film
Muchos años después de la realización, Aníbal Uset rememoró cómo llegó a concretar la obra. «Mintiéndoles un poco, y otro poco diciéndoles la verdad, convencí a los productores Olivera y Ayala, que venían de hacer películas de música comercial, de que había una nueva música que iba a mover. Ellos estaban relacionados con Mario Kaminsky, el dueño de Microfón, quien venía advirtiendo un crecimiento en las ventas de algunos discos de rock. Así entró el rock nacional al cine. Un poco por la ventana, otro poco por los números».
«Hice la película con muy poco material y siguiendo lo que me proponían los músicos. Mi tarea fue ponerme en la cabeza de ellos y transladar eso a la imagen. Con poco metraje, con poca cámara, con poco tiempo, en un lugar donde siempre terminábamos todos en cana».
«El sonido de las actuaciones quedó tal cual. Por eso hay partes que no es perfecto. Trabajé con muy poca gente. Mi equipo eran trabajadores del cine que no tenían mucha idea del rock, y que en ese momento, me acuerdo, estaban haciendo una película de Porcel. La película es consecuencia de todo eso. La influencia, claro, era Woodstock, pero un Woodstock del subdesarrollo. Con todo, fue una película sincera. No gané un mango, pero no me importó».
Ficha técnica
Hasta que se ponga el sol
Una producción de Aries Cinematográfica Argentina S.A.
Dirección: Aníbal Uset
Productores: Fernando Ayala y Héctor Olivera
Productores asociados: Luis Osvaldo Repetto y Mario Kaminsky
Libro: Jorge Alvarez y Aníbal Uset
Gerente de producción: Fernando Molina
Asistentes: Alejandro Arando y Juan Carlos Ponzal
Asistente de dirección: Horacio Guisado
Fotografía: Víctor Hugo Caula
Fotografía 2da. Unidad: José Santiso
Sonido: Roberto Castronuovo
Diseño del afiche original: Juan Oreste Gatti
Presentador de los artistas: Daniel Ripoll