A fines de la década del 70, la poesía porteña fue sacudida por uan grupo de jóvenes que la arrebató de sus anquilosados escaparates para transformarla en una cosa viva, en un trasmisor directo de sus sentimientos y experiencias. Principalmente, la música sirvió como un vehículo perfecto para su difusión, convirtiéndose finalmente en un verdadero fenómeno cultural.
Luis Alberto Spinetta fue sin duda uno de los detonantes más importantes de ese movimiento, y tal vez el único que tuvo la pasión y la energía suficientes para superar el primer estallido y continuar profundizando en su obra sin aferrarse a fórmulas excitistas, supo desprenderse de sus propias creaciones en el momento justo en que lograba concretarlas, como lo demuestran Almendra, Pescado Rabioso, Artaud, Invisible, hasta llegar a su banda actual. De una experiencia a otra, siempre existió el riesgo de un salto al vacío, pero en su totalidad conforman una coherente obra que prosigue con la misma intensidad del primer día.
La aparición de “Guitarra Negra”, el primer libro de Luis, resume de algún modo su travesía poética, ya que lo compuso extrayendo poemas que, junto con dibujos, cuentos y apuntes, fue acumulando en inumerables cuadernos desde hace nueve años hasta la fecha.
Por más de 60 poemas divididos en siete partes y un final “Escorias diferenciales del Alma de la Letra Poética”, se despliega un amplio espectro de visiones, producto de la búsqueda de una libertad profunda, de un enfrentamiento constante con el misterio. Su portada fue ilustrada con una excelente fotografía de Hidalgo Boragno.
Jorge Pistocchi