Mis hijos serán trompetistas, o no serán nada,
les prohíbo cirujanos, arquitectos,
mucho menos banqueros, hombres de la Bolsa. Serán trompetistas, maravillas desde chicos
en el zapato de Reyes, la corchea;
en el otro zapato el de las fucsias.
Después les compró la bolsa la vida,
les doy almanaques de caballos,
les compro aparatos con cosquillas.
Los pongo contra el cielo,
les explico de Dios y de Louis Amstrong.
Mis hijos serán descalzos, errabundos detenidos, palpados de uno o más amores,
Hm! les encontrarán, es claro, la trompeta.
Andarán por tío vivos con palabras giratorias, tendrán amigos, enemigos, ex amigos.
Tendrán que empeñar su palabra, su café,
«pero no empeñarán nunca su trompeta», les diré, «pues una trompeta, es una trompeta» …
Les regalaré una gamuza de gamuza …
Les haré escribir «bis» en los retretes
Eso haré, eso serán …Y aquí va mi testamento:
Les dejo un repertorio de tristezas,
úsenlo … sólo de vez en cuando.
El día de mi muerte vayan todos al entierro;
lleven sacos colorados, lleven la trompeta;
toquen «Rosa», «Madreselva» …
o algún otro blues …
Pero, cuidado, lleven las bufandas: en los cementerios se muere de amor y frío …
Y yo los amo tanto … !!!