El teléfono no para de sonar,
ella no atenderá.
Él la amaba con locura animal,
todos los días le rezaba a Dios,
que ella siga a su lado.
No había nadie como ella.
Él cruzó corriendo toda la ciudad,
de Olivos a Barracas,
corre chico, corre, ve y alcánzala,
los ángeles lo alentaban a llegar.
Que no le pase nada,
no había nadie como ella.
La encontraron en el patio
con la cabeza al revés,
el cuerpo para abajo, la mirada hacia arriba,
y apretaba en su mano una fotito
con él en Villa Gesell, en el ’96,
cuando se conocieron.
Na, na, na, na, na, na,
sube la escalera hacia el cielo.
Na, na, na, na, na, na,
él quedó llorando en el suelo.
La habían llevado a la terraza,
ella no dijo dónde estaba él,
prefirió morir primero.
Ah, qué bello es el amor,
ah, qué día más rabioso de sol.
Na, na, na, na, na, na,
blanca sube pura hacia el cielo.
Na, na, na, na, na, na,
era un día hermoso de enero.
Él dejó la guita en la heladera
y fue a lo de su vieja,
y recibió el llamado de la fatalidad.
Ah, qué bello es el amor,
ah, qué día más rabioso de sol.
Ah, qué glorioso va a ser morir por vos,
pero antes te voy a vengar, mi amor.