Voy por la ruta en mi camioneta blanca
está un poco vieja pero todavía arranca
y subo la radio a un volumen intenso
a veces prefiero no escuchar lo que pienso
Y un tipo hablando con lenguaje complicado
dice que solo queremos estar ocupados
para no ver la realidad
ni la vida tal cual es
y que hay que terminar
con tanta estupidez.
Todo demanda nuestra participación
la marca, las redes o la televisión
pseudo actividades que nos atan y condenan
para satisfacer voluntades ajenas.
Y el último en quedar,
que apague la luz.
Y yo sigo acelerando
pero no tengo apuro.
Trabajando duro
y ganando el dinero
y comprando lo que no sé si necesito
pero quiero.
Y cada la mañana siempre me pregunto
por qué el despertador quiere gritarme
“Dale, Mario Neta, son las siete, levantate”.
Freno, arranco.
En la radio hay un aviso
que me dice que le pida plata a un banco.
Y bueno, quizás, un préstamo no viene mal.
Justo estaba yendo al mall para ver qué puedo comprar.
Termino la tanda y el tipo sigue hablando
y va filosofando sobre el mal que nos va hundiendo.
Estamos queriendo humo y humo nos están vendiendo
y como estamos durmiendo el alma nos están robando.
Felicidad enlatada para un mundo infeliz
puro barniz, todo se consume rápido y sin bis.
Esta sociedad es como un pelo sin frizz.
Si en marzo es novedad, es viejo en abril.
Y yo sigo acelerando.
Pero no tengo apuro.
Trabajando duro
y ganando el dinero
y comprando lo que no sé si necesito
pero quiero.
Y cada la mañana siempre me pregunto
por qué el despertador quiere gritarme
“Dale, Mario Neta, son las siete, levantate”.
¿Me habla a mí? ¿Este tipo me habla a mí?
¿Será que no entendí? ¿Será que me perdí?
Para qué me voy a complicar, para qué me voy a cuestionar
si soy feliz así.
Sé que el silencio es a veces violento
pero estoy necesario si no será necesario
escuchar un poco más lo que pienso
y apagar un rato la radio.
Y yo sigo acelerando.
Pero no tengo apuro.
Trabajando duro
y ganando el dinero
y comprando lo que no sé si necesito
pero quiero.
Y cada la mañana siempre me pregunto
por qué el despertador quiere gritarme
“Dale, Mario Neta, son las siete, levantate”.