Estamos ciegos de ver,
cansados de tanto andar.
Estamos hartos de huir
en la ciudad.
Nunca tendremos raíz,
nunca tendremos hogar,
y sin embargo ya ves:
somos de acá.
Vibramos como las campanas,
como iglesias que se acercan desde el sur,
como vestidos negros que se quieren desvestir.
Yo siempre te he llevado
bajo mi bufanda azul,
por las calles como Cristo a la Cruz.