No quiero darte mi mano
Tu sonrisa mira de costado.
No es resignar una chance,
es ver tras tu espalda los dedos cruzados.
No me avergüenza ir al frente con cuatro
Ni es de cobarde, saber irse al mazo.
Saber cuándo arriesgar
y cuándo jugar callado.
De nada vale estar sentado ahí arriba
Si hasta tu gran fortaleza la sostienen nuestras vigas.
Tan grande, tan temible, tan clara que la tenías
Y el tablero te lo dio vuelta este puñado de hormigas.
No hay precio que valga cruzar de vereda
ni todo lo arregla tu billetera
Y así como te recompensa,
la vida le pasa factura a cualquiera.
Fiel a tu orgullo queres dar pelea,
Siempre poniendo otro palo en la rueda.
Te olvidas que no estoy solo,
Somos unos cuantos los que pedalean.