Saxofonista de La Mississippi, Zeta es además un artista urbano que trabaja con materiales callejeros.
No podría ocultar mi gran gusto por La Mississippi, tampoco quisiera. Algo que siempre me llamó la atención es la delicada mixtura de los instrumentos, y el dinámico arreglo de vientos que ensambla y amalgama por completo la obra de arte.
Porque un buen blues es eso: una obra de arte. Como un cuadro, como una escultura. Cada nota es un detalle, el vibrato de las cañas, hasta el sonido de las pastillas que cierran y abren la salida del aire de un saxo alto. Ese es el material: el aire. Y supe un día que un escultor del aire también trabajaba la plástica, y me dispuse a conocer su arte.
Zeta Yeyati, saxofonista de La Mississippi, es además artista plástico. Nos brinda pinturas, dibujos y esculturas, estas últimas nacidas de retazos de la vida. Y esto hablábamos con Zeta un día que andaba por Rosario.
Primero quisiera que des un pantallazo para el que no entiende de arte, qué es lo que hacés vos, qué estilo…
Zeta Yeyati: Bueno, yo trabajo con materiales que encuentro por la calle. En general los que encuentro yo. Elijo materiales usados porque tienen una carga de vida que me sirve para mi trabajo. Dicen que las cosas vivieron, en una casa, y para mí están cargadas. En general son pedazos de objetos, pedazos de sillas, y bueno… los transformo en personajes de mis cuadros.
Eso mismo que están diciendo están en tu página y me hacía pensar un poco en como trabaja la naturaleza, o sea que nada se desecha sino que todo se reutiliza. Me pareció muy copado en ese sentido…
ZY: Si… yo trato de reconocer, de descubrir las historias que me sugieren los materiales y usarlo para mi fantasía. A mí me gusta mucho Antonio Berni, cuando él trabaja todo con chatarra que hace toda la historia de Juanito Laguna y Ramona Montiel, que son una prostituta y un pibe medio villerito. Y lo utiliza para ser el testigo de la realidad social que estaba aconteciendo en ese momento.
En tus obras siempre hay un mensaje… me quedó mucho esa… ¿”El soldado” se llamaba?
ZY: Yo le puse “Archivos de la memoria”, es algo así una sensación media nazi. Es ese el que tiene más claramente el contenido. Pero también hago que un serrucho sea un pájaro carpintero… en general trato de usar el humor y no la seriedad de lo que era el arte en un momento. Sino me parece más interesante la parte emotiva de lo lúdico y todas esas cosas que todos dicen que la gente tiene un niño adentro. Yo trabajo con ese niño en mi taller, y en mi vida.
¿Relacionás de alguna manera el arte plástico con el blues? ¿Te inspiran el uno al otro, se interrelacionan?
ZY: Yo no siento una limitación al decir “blues”, yo lo siento más en la parte expresión, en este caso es un estilo pero en la música sí lo relaciono. Me inspiro mucho para trabajar, pongo el 2×4, y trabajo ahí meta tangazo y mate. Y bueno, y a tratar de reflejar un poco la historia de la Argentina.
¿Y qué vino antes en tu vida, la plástica o la música?
ZY: Vinieron juntas. Sabés que por suerte vinieron juntas y me di cuenta de grande cuando fue que quise empezar a rescatar mi parte así de plástico. Yo estaba haciendo una muestra en una tanguería que se llama “La catedral”, calló una gringa y me compró una cantidad de cuadros y dije “Uau… me pongo a trabajar en serio”. Así fue que empecé a estudiar, y que sigo. Sin darme cuenta, como me pasó con la música, yo lo venía haciendo de una forma muy tranquila, sin la presión de pensar en “uy, de qué voy a trabajar?”. Cuando uno aprende las cosas sin la presión de “bueno, voy a ser arquitecto”, sino que jugás a construir espacios seguramente vas a resultar una persona más artística que uno que quiere cumplir… Mi intención no es que mis trabajos sean vendibles, sino que transmitan lo que quiero decir. Que transmitan algo, en general. Me parece que el arte no es cuestión de entenderlo sino de disfrutarlo.
Cada uno tiene su visión, pone una parte de sí mismo…
ZY: Claro, no hace falta decir que los cuadros son tal o cual cosa. Cuando se rompió un poco el academicismo y empezaron a aparecer gente más loca como los surrealistas y gente que transmitía la impresión que le daban las cosas, ahí se vió que la gente no es necesario saber de arte, puede disfrutarlo nomás.
¿Estás haciendo una muestra en este momento?
ZY: No, ahora estoy exponiendo en un bar como para tener las cosas en algún lugar y no guardadas, pero no lo siento como una muestra sino que tengo las cosas en exposición. Y estoy preparando una muestra para septiembre en la Escuela de Cerámica de Avellaneda. Eso me lo tomo más como una muestra, y todavía no se qué voy a hacer. La anterior se llamaba “Era cartonera”, la anterior se llamaba también “Conteiner Tierra Generosa”, después “Pim pum pam”… esos eran los nombres de mis muestras. La próxima no sé.
¿Dónde están ahora tus obras por si alguien quiere ir a verlas?
ZY: Bueno, están en el barrio San Telmo, en Venezuela 474, un boliche que queda en Venezuela y Defensa. También tengo una página para que la gente pueda ver mi laburo, que es www.zetayeyati.com.ar.
¿Y alguna vez traerás para acá algo de lo tuyo, hacer una gira o algo así?
ZY: Sí, me encantaría. Hoy fui al Museo Castagnino que está acá, hay una muestra muy buena que habla de la historia del arte en Rosario y termina con los artistas actuales. Siempre que vengo a Rosario trato de verlas, porque ustedes tienen acá muchos artistas buenos.
¿Será que los retazos de viento que se le escapan del saxo los plasma en sus obras? Observador atento del mensaje silencioso que transmiten los objetos olvidados. Sus manos le devuelven vida, labrando historias desde el material herrumbrado. Ese juguete al que abrigaron manos niñas, que ya no lo son, ahora cuenta otra historia, la que Zeta imaginó.