El proyecto emergente vuelve este sábado al Teatro Flores y presenta su nuevo corte, «Condado».
En el marco de la gira presentación de su cuarto álbum «Quién autoriza?», La Chancha Muda vuelve al Teatro Flores el 15 de junio con todo su poderío discursivo y musical.
Este nuevo disco no sólo conecta con la necesidad y emoción de este tiempo, sino que reúne a un equipo extraordinario para la ocasión: Ale Vázquez a la cabeza; Facu Rodríguez como ingeniero de grabación; Catriel Ciavarella (Divididos) curando las baterías; y la colaboración de Sebastián Schachtel (Las Pelotas).
¿En qué momento se encuentra La Chancha Muda?
La verdad es que el camino de un proyecto artístico, cultural y colectivo, como lo es La Chancha, está lleno de momentos hermosos. Van cambiando los escenarios, las producciones y las obras, pero siempre es genial. La salida de un disco, un nuevo escenario por pisar o una ciudad por visitar, son siempre regalos en esta carrera. Desde luego que también son frutos de un esfuerzo colectivo de creación, soporte, empuje y desarrollo de todas esas ideas.
El momento actual de la banda está atravesado por muchos de estos eventos que nos hacen avanzar, crecer y mantenernos lo más afilados posible. Estamos presentando nuestro último disco: «Quién autoriza?», saliendo a tocar a otros países y pisando los escenarios más hermosos de la Argentina. Son tiempos clave y bisagra en muchas cuestiones, pero todo se resume en disfrutar lo que nos toca, aprender y seguir creciendo.
¿Por qué eligieron volver al Teatro Flores para presentar su nuevo corte?
El Teatro Flores es uno de esos espacios históricos de la ciudad. Cómo recién hablábamos de momentos, los momentos de las bandas muchas veces se relacionan con los lugares en los que se van presentando. Todos arrancamos en los mismos, de 50/100 personas, y resultan tan adrenalínicos como tocar en el Madison Square Garden.
En nuestra ciudad, el Teatro Flores siempre se escribió con mayúsculas. El lugar donde vimos infinidad de shows increíbles, y donde siempre pusimos un norte de crecimiento en el camino de la banda. Hay que llegar a Flores y estar a la altura del lugar; saber que hay que disfrutar también el escenario. Hoy por hoy, el momento de la Chancha, retomando lo dicho, es el momento del Flores. Los rockeros de cada lugar le pondrán el nombre que quieran, pero el Flores es ese espacio donde todo empieza a tomar dimensiones más épicas. Donde los escenarios y las puestas son más grandes; y lo más íntimo queda relegado a los viajes, a las nuevas plazas del interior donde ese camino parece comenzar nuevamente.
Lo hemos visto en muchas bandas que seguimos a lo largo de la historia, y esperamos que la gente que nos acompaña se ponga tan contenta como nosotros. En definitiva, es parte del crecimiento y permite que más personas vivan la misma experiencia que te conmovió a vos como público hace decenas de shows.
Siempre habrá conciertos que, por la distancia y la ruta, serán más íntimos. Habrá que viajar para vivirlos y, por otro lado, disfrutar del crecimiento y la propuesta amplificada cada vez que subamos a un escenario más cercano. Hoy es un sueño divino ser locales en un Teatro Flores.
¿Cómo planifican la lista de temas, dinámica y duración del show?
Es un laburo que lleva su lindo par de meses, pero a medida que se van sumando discos, empieza a hacerse un poco más sencillo variar de show a show la lista. Claro, estamos presentando un último disco y eso siempre es protagonista. En conciertos propios habitualmente suenan unos 25 temas que nos permiten armar un viaje e intentamos que varíe. La energía, la vibración, el desarrollo artístico y la magia musical sobrevuelan las listas y ese concepto es guía para las presentaciones.
¿Tienen alguna cábala, antes, durante o después de tocar?
La verdad que no tenemos demasiadas cábalas, sí ciertos rituales que fuimos construyendo sin darnos cuenta. Los que vienen a los shows de La Chancha saben que los últimos dos temas que suenan antes de subirnos al escenario son siempre los mismos. «Mula Plateada» de Sumo y «Sonido Amazónico» de Chicha Libre. Es un código que nos gustó establecer y de a poco lo van asimilando.
También la dinámica de los días de presentaciones, que para nosotros arrancan muy temprano y terminan muy tarde, hace que el fin de la jornada nos encuentre comiendo todos juntos en el mismo bodegón, unas buenas milanesas con fritas. Bajando, comentando la noche y compartiendo con la familia de La Chancha.
¿Por qué nadie debería perdérselo?
Porque en momentos como los actuales, vivir una experiencia artística colectiva es fundamental para sentirse menos solos de lo que a veces creemos que estamos. Mas de mil y pico de personas cantando al mismo tiempo, vibrando con la música y el mensaje, viendo ejecutar a una banda su propia obra, es una experiencia alucinante. El estar arriba del escenario ni hablar, por suerte no me preguntaste qué se siente, porque es indescriptible.
Compartir ese espacio entre miles, es una locura. Vengan los que puedan, los que quieran, a este u otro show. Lo que pasa en esos espacios y momentos es altamente recomponedor del alma. La música en vivo es realmente sanadora.
¿Cómo vivieron la experiencia de tocar en el Festival por la Paz? ¿primera vez que se tocan en Colombia?
El Festival resultó de una iniciativa del Ministerio de Cultura de Colombia, donde invitó a bandas de Latinoamérica a brindar un mensaje por la paz y el respeto a la diversidad. Entre esos proyectos, nos invitaron a nosotros y el público inmediatamente nos abrazó.
Bogotá, Buenos Aires y México encierran los mismos laberintos, y contradicciones; las mismas realidades de lo urbano y de la metrópolis cultural de referencia. Creo que, en estas grandes ciudades de Latinoamérica, el rock, o lo que fuera estilísticamente la música urbana, siempre fue vehículo de ideas que identifican y forman artísticamente a la juventud con una potencia única. La música es el vehículo por el que transitan mayoritariamente los jóvenes y el camino de la cultura popular. Por eso, cada experiencia que nos permita ponernos en contacto y cantar a nuestra manera, la agradecemos de corazón.
El PazRock de Colombia nos dio la chance de llegar con nuestro mensaje a nuevos horizontes e intercambiar con artistas que abrazan las mismas causas regionales de paz, justicia, igualdad y hermandad Latinoamericana.
¿Qué tal los recibió el público del Cosquín rock uruguayo?
Lo de Montevideo también fue una experiencia alucinante. Hacía unos meses se nos había truncado la posibilidad de tocar en Uruguay y quedamos muy manijas con poder saldar ese pendiente. Cuando apareció el show del Cosquín Rock Uruguay, ni lo dudamos y dijimos: «Presente».
La verdad es que nos llevamos una sorpresa enorme al saber que no éramos los únicos que estábamos impacientes por el primer show uruguayo de la Chancha Muda, porque el público parecía ser el de nuestros conciertos. Culturalmente, el puente entre Buenos Aires y Montevideo es indudable y sería alucinante poder cruzarlo cuántas veces queramos porque la música rioplatense tiene una matriz tan rica y tan presente en el rock que es un orgullo formar parte de ese intercambio. Seguramente este año volvamos a llevar otro show de la Chancha.
¿Cómo sigue la gira y cuáles son los próximos objetivos?
La gira sigue recorriendo ciudades del interior, exterior y los escenarios que hablamos al principio. Es el momento de abrir la mayor cantidad de plazas posibles y fortalecer aquellos lugares que van marcando el momento de la banda. Seguramente nos encontremos con escenarios muy variados, dependiendo la geografía, pero en todos vamos a llevar la puesta al mejor lugar posible.