El power trío comienza el 2022 presentándose en importantes festivales como el Cosquín Rock, Vive Latino, Quilmes Rock y Rock en Baradero, entre otros.
En septiembre del año pasado Eruca presentó el single y videoclip «Día mil», su primer lanzamiento después de «Seremos primavera». La canción fue grabada de manera remota entre los integrantes, con la participación de Carolina Cohen Castillo como invitada en congas. La mezcla estuvo a cargo de Gabriel Pedernera y el mastering fue realizado por Javier Fracchia.
El videoclip, protagonizado por niños junto a la banda, se rodó en Exaltación de La Cruz sobre una idea de Belén Asad (directora y cámara). La producción, en tanto, quedó a cargo de Wolf Credo y el guión contó con el aporte de Lula Bertoli, que en charla con Rock.com.ar profundizó sobre el presente del trío y los preparativos para la gira de conciertos que le depara durante los próximos meses.
¿En qué momento se encuentra Eruca?
Lula: Estamos «saliendo» de este estado, porque no sabemos qué va a pasar el mes que viene. Más que enfocarnos en el afuera, lo hacemos desde lo que nos pasa a nosotros interiormente. Ganas de qué tenemos, de girar o componer.
Todas estas cuestiones pandémicas nos afectaron de maneras muy distintas, incluso en cómo vemos nuestra actividad y establecemos prioridades. Esa sensación es una constante, no sólo de la música. Nosotros hacemos lo que nos gusta, pero imagínate el que no. La pandemia los encontró de frente para plantearse qué están haciendo de sus vidas.
Como persona y madre, que está por encima de todo, me hizo replantearme muchas cosas. Elijo lo que me hace bien, fortalece al espíritu y la energía. Eruca y la música es una de ellas. Todo se toma con pinzas, pero lo que sí sabemos es que amamos tocar juntos y hacer canciones. Eso sostiene lo que va a venir, son catorce años de banda y nos seguimos eligiendo. Siento que es todo un logro. Hoy las prioridades pasan por otro lado: trabajar, pero también disfrutar y elegir lo que estamos haciendo.
Precisamente este último sencillo manifiesta una frase muy contundente: «Ya pasará, pero nos toca cambiar», que reafirma lo que decías recién.
Brenda propuso que el estribillo dijera esto: si es el fin, acá nadie es la estrella. No se trata de vos, ni de tus egos. Hay un problema mucho más grande, que ya pasará, pero nos toca cambiar. Hay un culto al ego muy grande, me incluyo; somos narcisistas, necesitamos vernos en un teléfono, ponernos filtros y hablarnos a nosotros mismos. Nos regocijamos en el sonido de nuestra propia voz. Creo que esa esencia nos arrastró a algo tan grave como una pandemia. Tiene que ver con el individualismo y no ver lo que está alrededor. Si desglosamos el estribo, podemos comprender que la salida es colectiva.
Y hablando de colectivo, incluyeron a los pequeños en la propuesta audiovisual. ¿De qué manera sentís que acompañó a la intención?
La idea de hacer un video así fue acompañar a la letra desde otro mensaje; para no subrayar lo obvio. En este caso, buscamos algo positivo, luminoso, con la naturaleza y los niños. Todas las cosas por las que vale la pena seguir adelante. La idea de los niños fue el puntapié de la directora Belén Asad, que después se fue deformando hasta llegar al video donde aparecen juntos y unen las piezas. Hay una especie de juego con un mensaje más profundo.
¿Qué lugar ocupa la música en tu vida ahora que sos madre?
Hubo una mutación en lo concreto. Por ahí el pensamiento llega después, cuando te das cuenta de que ya todo cambió. Decir que vas a organizarte para hacer muchas cosas y la realidad resulta muy compleja. Con un niño eran más piloteables algunas cosas, con dos ya es otro cantar. Muy lindo, pero más complejo a nivel logístico. La música ocupa siempre un lugar muy grande en mi vida porque, aunque no la esté ejecutando o creando, está. La uso para conectarme con mis hijos y trabajar con ellos de manera didáctica. Nico está haciendo música todo el tiempo y, estando en casa, somos parte de sus creaciones. También está lo que hacen los niños. Por ejemplo, Milo le pega a las cosas y hacemos ritmos. Juli toca el piano, canta y baila. Así que la música atraviesa todos los estados, momentos y etapas de mi vida. Estamos por salir de gira, pero en la cuestión creativa estoy atravesando un momento más pasivo porque no me dan los tiempos y tampoco me gusta sentarme media hora a componer. Sí estamos trabajando con Brenda el 8M, que se hace todos los años en el Centro Cultural Kirchner. Fue un super desafío que nos plantearon el año pasado, donde producimos y arreglamos las versiones de temas de cantautoras o autoras latinoamericanas. Así que el poco tiempo creativo que tengo lo estoy poniendo en eso.
¿Cómo visualizás las oportunidades para las voces femeninas durante la última década?
Fue como una bola de nieve porque empezó siendo un movimiento pequeño y, de repente, en los últimos cuatro años se dio un avance muy grande en lo que refiere a materia de derechos y lo que es la ley en sí misma, que es lo que exige que las cosas sucedan y se cumplan. Si bien hubo como un despertar de militancia, que influyó enormemente en las cosas que sucedieron; a mí me hizo entrar en conciencia sobre la magnitud de la problemática. Eruca tiene 14 años, pero con Brenda venimos girando hace más de 20 en bandas; algunas de mujeres, algunas con mujeres y otras donde éramos la única mujer. La realidad la ves, pero entendés que responde a otros factores. Por ejemplo: festivales donde éramos las únicas dos mujeres, lo atribuías a otra cosa; como en el hecho de que no había tantas haciendo música. Había un velo muy grande, que tenía que ver con la cultura machista y nosotras mismas nos comimos ese verso. Después, cuando empezamos a girar, a encontrarnos con mujeres, militar y adentrarnos en la problemática, nos dimos cuenta de que todo respondía a un mal más grave vinculado a preconceptos, prejuicios y discriminación ejercida por las mujeres mismas. En base a eso, y gracias a la militancia, se empezó a reunir un grupo para cambiar las cosas de una forma concreta. Lamentablemente, los humanos somos hijos del rigor y si hay cosas que cambiar de cuajo, a veces necesitás el peso de una ley. En el caso de la ley de cupo femenino, fue fuerte tener que salir a decir esto y pelearte con medio mundo. Las mujeres que hacen arte y viven de él, son muchísimas. Necesitamos espacios para que la gente las conozca y se curta en el escenario. Es como los pilotos de avión, que requieren horas vuelo. Ahí está la gran diferencia, que a un montón de mujeres se nos ha negado la oportunidad de equivocarnos y aprender. Me incluyo como parte del género. La ley permite que estas cosas dejen de suceder y tengan ese espacio que se merecen; que muestren su arte y trabajen porque acá hay tema muy profundo y tiene que ver con la brecha laboral, que existe en todos los ámbitos. Necesitamos generar más puestos. Así como arriba del escenario está la ley de cupo, abajo también debe cumplirse. Entonces, estamos también trabajando para que eso suceda.
En la grilla del Cosquín Rock de doce bandas que tocan el mismo día que ustedes, dos son mujeres.
Exactamente. Me parece que está bueno tener los ojos abiertos y las antenas paradas para exigir que se cumplan las leyes. Además, que el INAMU esté tocando el hombro a quien le esté pifiando con el cupo. Muchas veces es por desconocimiento. No lo digo en el caso de Cosquín porque es un festival muy grande, central y a tenido todo este revuelo en base a esa problemática; pero festivales y productores nuevos pueden pecar de ignorantes e indicárselos; o ser adrede y aplicar la ley para sancionarlo.
¿Qué disfrutás más de estas giras de festivales? ¿La previa, el reencuentro con colegas amigos?
El reencuentro es algo fantástico y, a su vez, el cruce es lindo. Por lo menos en esta época, donde hay Cosquín y te encontrás con artistas como Catriel o Wos; o vas a festivales con artistas muy mainstream de otros palos y está buenísimo. La música es música. Para mí el rock es trascender desde un lugar, como una filosofía de vida, más allá del género en sí mismo. Me gusta que se desdibuje un poco la línea porque hace tambalear el statu quo. Sino todo está siempre igual y somos los mismo. Lo lindo de la música es que haya intercambios y eso hace que se enriquezca. Eso me encanta de los festivales, el cruce de estilos, géneros y artistas.
¿Cómo prepara este tipo de giras Eruca?
Hay shows que tienen un esqueleto determinado porque son espacios a donde no hemos ido nunca, o el público es completamente nuevo. Y otros donde pasa todo lo contrario, la gente quiere escuchar otro tipo de canciones. Todo depende de dónde vayamos. Obviamente que Cosquín Rock y Baradero son dos escenarios donde tocamos muchísimo, entonces siempre hay que buscarle una vueltita y proponer algo nuevo. El Cosquín Rock nos ha visto hacer cosas medias locas, como aquel (previo a la salida de esta ley de la que venimos hablando) donde estuvimos con La Bruja Salguero, Sonia Álvarez y Kris Alaniz. Un show con muchas mujeres arriba del escenario y resultó memorable. Lo más loco fue que salió esa semana.
Una de las «novedades» es el regreso del Quilmes Rock, que en esta oportunidad se traslada a Tecnópolis.
Sí, nunca estuvimos en el Quilmes Rock, así que para nosotros es re lindo que nos hayan convocado. Habrás bandas tan diversas y, más allá de lo que diga el cartel «Quilmes Rock», siento que está bien lo que está pasando porque los pibes jóvenes vienen a remover un poco el avispero a una generación más grande. Hay un diálogo entre los artistas y eso hace que la música siga avanzando. No tenés que tener la biblia bajo el brazo para hacer música. Me parece que es re vetusto pensar que una persona de 20 años no puede cambiar el género, porque de hecho puede y con más frescura que nadie. Nosotros ya estamos viciados. Ni hablar de las pibas, que están haciendo revolver todo. No me gusta esa sensación de pensar que las generaciones más grandes tenemos la posta de algo.
Además de las presentaciones en las que estuvimos charlando, ¿qué se viene en materia musical este 2022?
Estamos trabajando en un disco nuevo, que vamos a hacer con tiempo y queremos que sea distinto a «Seremos primavera». Puertas adentro, viendo cómo le damos forma a un material muy especial.