El músico acaba de editar su primer disco solista. La entrevista de Fernando Zuker, para el Website de Ciudad Universitaria.
Jorge Senno acaba de editar su primera producción independiente denominada «Barraca Peña». En una nota exclusiva para CIU, desarrolla sintéticamente los paradigmas centrales de la «cultura blusera» de las últimas décadas y los vaivenes cotidianos para lanzar un disco sin precedentes en nuestro país.
¿Por qué nace la idea de recrear un disco independiente con estas características?
El motivo principal nace en la necesidad de expresión y el placer de realizarlo. La experiencia independiente implica un gran trabajo extramusical, pero da la libertad de poder hacer lo que uno quiere. En este entorno, «Barraca Peña» es un escenario virtual para poder decir cosas.
¿Cuál fue el trabajo previo a la edición de «Barraca Peña»?
Un largo camino…, parece la letra de un Blues… Yo vengo tocando Blues desde la adolescencia. He investigando el género acústico desde hace cerca de diez años. En determinado momento, consideré que era bueno dejar un testimonio de mi experiencia y así fue surgiendo la idea del disco. El cd llevó dos años de grabación y un fuerte trabajo en la búsqueda de cómo lograr un sonido acústico de una manera que no se había experimentado en nuestro medio. Las violas tienen el lugar principal, y si bien hay muchos temas cantados, las guitarras no sólo acompañan. Se siente su presencia en la ejecución, el color, y en la grabación.
¿El retorno a lo acústico es indispensable para la mantener la identidad del blues?
En este caso lo acústico es una elección de color. Además me parece que el Blues argentino casi no se abordó en relación a lo eléctrico. Es un terreno virgen para hacer cosas. Igualmente, no entré a este terreno por ser un purista sino porque me divertía. Pienso que así como un pintor puede realizar un cuadro en acuarela y otro con óleo, un próximo cd puede ser acústico, eléctrico, con computadoras o con lo que sea.
¿Cuánto tiene de reminiscensias porteñas el blues en nuestro país?
Buenos Aires es una ciudad con mucho Blues, y ultimamente ni te digo. Pensá que ya en los albores del rock nacional existió una banda como Manal que retrató como ninguna los paisajes urbanos y humanos. Por otra parte, yo nací en la Boca, pasé mi infancia allí y viví todo el resto de mi vida en San Telmo. Sin dudas, el humus del cual te nutris aparece en determinado momento si vos querés que así sea. De más está decir que las inundaciones del Barrio las conocí más de cerca que las del Mississippi, y al momento de tocar uno elige la temática.
¿Quiénes son los invitados que tocaron en el disco?
Por empezar, estuvo el número uno de la escena blusera argentina en la actualidad: Miguel «Botafogo». Él desarrolló un trabajo muy interesante con una viola de 12 cuerdas en «Conduciendo por Berlín Oriental». También fue un gusto muy grande contar con la presencia de un artista multitalentoso como Kubero Díaz en «La luz del tren», que llevó el tema hacia otra atmósfera.
Mi amigo Claudio Kleiman colaboró en una versión del clásico «Saint Louis Blues» con su viola de doce, milongueando un puente. Y Gabis tocó en el «Blues de la amenaza nocturna», un tema de Javier Martínez de la época de Manal, y en «Barraca Peña».
Claudio Cannavo, bajista de la Mississippi, hizo un muy buen aporte con un bajo Dobro en dos temas y también estuvieron Walter Gandini en armónica y Max Baldhead en bajo.
¿Cuál es la relación entre la tradición afroamericana y los comienzos del rock argentino?
Hablando muy pero muy esquemáticamente, en las primeras décadas del Blues hay dos etapas: la del Mississippi que es más rural y la de Chicago que es urbana y eléctrica y en donde empiezan a haber bandas con el formato aproximado de lo que conocemos ahora (bajo, guitarra batería). Esta era la música de los negros, consumida e interpretada por ellos y sin mayor trascendencia en la cultura de los blancos.
En los ’50 aparece el rock & roll, hijo dilecto del Blues y el Rhythm & blues de los negros; y tuvo gran repercusión en la clase media blanca norteamericana. Obviamente todo lo que hablamos hasta acá es Afronorteamericano, o sea, una cultura que nace con los esclavos traídos desde Africa que sobreviven en América junto a sus credos, su música y sus danzas.
Con el paso de los años fueron permeables a lo que provenía de occidente, como los tres acordes que forman la armonía blusera. En los ’60 muchos jóvenes ingleses descubrieron, admiraron y ejecutaron aquellos viejos Blues. Al principio John Mayall y Alexis Corner y más tarde grandes bandas como The Rolling Stones y Fleetwood Mac, por sólo nombrar algunas. Este Blues Británico es el que influenció y conmovió a nuestros primeros guitarristas. Lo que llegó en principio estuvo más ligado a la Cultura Rock: Clapton, Mick Taylor, Peter Green, y los americanos como Hendrix o Mike Bloomfield. A lo sumo llegaría algo de BB King. Obviamente, hubo coleccionistas que tenían data de «aquellos viejos blues» e incluso Gabis, antes de formar Manal, había viajado con los padres a EEUU trayendo una sustanciosa colección de discos.
¿Las nuevas tendencias del blues atentan contra la tradición natural del género?
Nada atenta contra nada, las cosas que tienen peso deben mantenerse por sí mismas. En buena hora que haya cosas nuevas que renueven y le den nueva vida al género. Como dijo Willie Dixon un gran blusero y compositor de Chicago: «Los Blues son las raíces, y las otras músicas son las frutas. Es mejor mantener las raíces vivas porque significan mejores frutos».
