En vísperas de su cumpleaños, la banda rosarina eligió a Groove como punto de encuentro para repasar sus temas más emblemáticos y despedir formalmente a “Sideral”.
“Hace poco tomé conciencia que dejó de ser un hobbie y lo que hago en este mundo es cantar”, Pablo Pino.
¿Cómo te sentís en esta etapa de Cielo Razzo?
Pablo: La verdad que muy bien. Las primeras etapas fueron de aprendizaje y entusiasmo por lo nuevo. Después tuvimos nuestro momento “super under” donde no había disco, y al salir el primero se vino toda la situación que vivimos ahora, donde la gente nos conoce. Fue muy sorprendente esa transición de pasar de un público de 150 personas a tocar para 1000 en diferentes escenarios.
Si bien creo que la música es un juego, hace poco tomé conciencia que dejó de ser un hobbie y lo que hago en este mundo es cantar.
No te caía la ficha.
Pablo: La realidad es que hacía otras cosas y en un momento paré y dije: “ahora canto y nada más”. Es la suerte que tengo y toda mi vida me esforcé deseando que llegara. Cuando finalmente sucedió tardamos en interpretar que estábamos haciendo lo que queríamos y que podíamos tocar un tiempo más.
Hubieron muchos cambios internos en 20 años.
Pablo: Los más fuerte se dieron con la muerte del Flaco, momento en el que entró Javi, y la partida de Juan Pablo hace seis años atrás. De ahí ya prácticamente no nos modificamos.
¿Qué caminos paralelos veías durante ese pasaje entre el hobbie y la responsabilidad de estar al frente de una banda?
Pablo: No sé si caminos paralelos, pero la música como situación de oficio a veces es compleja. La necesidad de estar bien armado cuando los músicos normalmente somos bastante caóticos. Uno intenta ser simple y tener otros laburos, pero me fue tan mal con esa parte cotidiana y rutinaria que decidí dedicarme a esto. A partir de ahí empecé a conectarme de otra manera con los colegas y armar cosas de verdad.
Jugaron de visitantes durante un tiempo largo en Buenos Aires.
Pablo: Sí, en comparación a los comienzos hay una gran diferencia. Me acuerdo que veníamos con la combi todos apretados y era un paseo salvaje entrar por la 9 de Julio. Ahora muchos de nosotros están gran parte del tiempo en Buenos Aires y se convierte en algo más cotidiano y natural.
¿Pensaron en instalarse acá definitivamente?
Pablo: No, y creo que más que nada es por la conexión que tenemos con Rosario. Desde los hijos y la familia… sería destartalar todo de una manera caótica. Yo prácticamente estoy yendo y viniendo, y la verdad que me encanta.
Contame cómo es un día de Pablo Pino fuera de los ensayos y shows.
Pablo: Normalmente paso tiempo con mis hijos, sino estoy con mi otra banda, Los Bardos, o los martes que me junto con un grupo de cantantes. Pero la realidad es que esta todo muy entremezclado. Con Cielo ensayamos todos los días, salvo la semana pasada que volvimos de la gira por el sur y no queríamos movernos hasta arrancar con los preparativos de Groove.
4 hipótesis que representan el karma del músico.
Que te pidan un tema que estás cansado de tocar
Que tengas que viajar constantemente
Separarte de tu familia por mucho tiempo
No encontrar el momento de inspiración para componer
Pablo: Uno hace música pero también se convierte en un viajante, porque tiene que trasladarla a esos lugares donde se abren puertas y en un punto puede molestar.
Yo me acostumbré a no tener una rutina con mi hijo, como el típico padre que se levanta a las 8 y vuelve a la tarde, pero puedo almorzar y cenar con él. Lo llevo a la escuela y cuando estoy soy un padre presente, así que separarme de mi familia no representaría un karma para mi.
Con respecto al momento de inspiración, es verdad, una vez recuerdo la situación de la hoja en blanco y estuve un tiempo largo sin componer. Fue una época donde hice un negocio muy malo y me fundí. A la inversa después me pasó que cuando logré sacarme ese problema de encima, explotaba y Los Bardos me sirvió para descomprimir a Cielo Razzo. Yo estaba muy denso con la situación de tener muchos temas y la banda tenía sus tiempos, así que necesitaba armar otra cosa para volcarlos.
Volviendo a ese tema, uno de los karmas fuertes que tengo cuando te piden canciones no es que uno esté cansado, sino que no las tenga ensayadas. Ahí decís: “la puta madre” (risas).
Si tuvieras que tomar uno de tus discos para escuchar ahora, ¿cuál sería?
Pablo: Yo ahora pongo “Sideral”. Más allá de que es el último, me gusta cómo salió grabado e interpretado.
Cuando lanzaron “Sideral” estaban en esa etapa de transición entre la autogestión y trabajar con una discográfica. ¿Sentís que se amplió ese abanico de oportunidades ahora?
Pablo: Yo creo que le atinamos, como decía antes. Los músicos por lo general somos bastante despelotados y nos cuesta administrar los tiempos. En el caso de Cielo, el hecho de tener una compañía nos ayudó a organizarnos y nos vino bien porque empezamos a sonar más.
Contame cómo se viene el festejo de los 20 años en Groove este sábado.
Pablo: Lo que tenemos en claro es que hay acertar con el gusto de la gente, porque la celebración de los 20 años es éso. Vamos a estar repasando los discos y puntualmente las canciones que el público quiere escuchar, para que se vayan conformes.
Les quedan unos meses para seguir explotando “Sideral”.
Pablo: Exacto, y si todo sale bien en verano ya entramos a grabar lo próximo. Tenemos varias canciones e hicimos un par más en la última gira, así que supongo que cuando pase el show de Groove nos metemos de cajón a cerrarlas.