«Antihumano», Attaque 77. La banda de Ciro Pertusi vuelve a la carga con un disco nihilista, plano y más cercano a las raíces del punk.
Mientras el punk se afianza como otro ministerio de la industria del espectáculo, Attaque 77 radicaliza su sonido de base y descree de la propia especie. Detrás de un título catástrofe y una tapa de Rocambole (que parece haber rescatado a algún extra del arte de Oktubre), la banda de Ciro Pertusi habla del hombre como la gran plaga terrestre. Así, la ramonera «Ojos de perro» sugiere buscar respuestas en la perspectiva canina («no necesito reglas, no necesito moral») y «El pájaro canta hasta morir» condena el encierro de animales.
Más periodístico que nunca, el cuarteto documenta casos y tendencias de la Argentina de la última década: el odontólogo que ratifica su voluntad de asesinar a su familia («Barreda’s Way»), la nueva generación de militantes («Setentistas») y la última ola de exiliados («Exodo-Ska», con Mimi Maura). Producido por el guitarrista Mariano Martínez (quien además canta varias canciones), Antihumano es un disco escéptico, más allá de la oda esperanzada «Los buenos deseos» y del anfetamínico collage del comienzo, «Echo fuego», donde la voz cascada de Ciro evoca imágenes del avión de Lapa, Batman, Mostaza Merlo y Serena Williams.
Esa lírica con aires discepoleanos tiene su correlato musical: el grupo suena mucho más pútrido y metalero que en el período comprendido entre Un día perfecto (1997) y Radio insomnio (2000). Cabalgando esa meseta sonora, Attaque 77 logra alterar la fórmula en temas como «La gente que habla sola», relato seco y dramático de vidas cruzadas (al estilo de Raymond Carver), y «Surfeando en el soretero», una historia de tabla de telgopor y desagúe que aporta algo de humor entre tanto nihilismo.