4° Espacio deslumbró con sus shows en el Club del Vino. La crónica de Adriana Franco, para La Nación.
Ahora convertido en cuarteto, el grupo 4° Espacio comenzó una nueva presentación del ciclo que realiza este mes en el Club del Vino con dos temas de su segundo álbum, «Ventanas», recientemente editado.
«India» primero y enseguida el que da título al disco dejaron en claro que la sutileza y la búsqueda de lo bello es la meta del grupo. Para eso, cada uno busca en su instrumento aquello que confluya con los demás en un todo armonioso. La batería mayormente tocada con escobillas, la guitarra deslizándose gracias a un abundante uso del slide, la dulce y expresiva voz de Ferrón y el teclado, que va cobrando mayor protagonismo a medida que transcurre el show.
Pero es justamente esa búsqueda de la perfección la que en algunos tramos del show deja de ser aliada para convertirse en trampa peligrosa, cuando parece acercarse a la contención, a la fijeza. Así, parece faltarles soltura en aquellos temas, aunque pocos en su repertorio, que exigen una energía más cercana al rock. Tal vez se trate, también, de que aunque el grupo ya tiene dos discos editados, aún le falta trajinar más escenarios.
Linaje orgulloso
Muchos han comentado, al hablar de 4° Espacio, la relación cercana que su música tiene con la de Luis Alberto Spinetta. Es una relación cierta y es sin duda festejable que ese linaje se continúe en distintas propuestas que buceen y tomen como punto de partida para sus búsquedas particulares la amplia obra de Spinetta. Es la voz, su registro y su forma de utilizarla, lo que más los emparenta.
Pero no queda allí el amor por la música de los integrantes de 4° Espacio. Hay también un tema dedicado al guitarrista escocés John Martyn y una referencia a otro grupo local de los setenta, Aquelarre. Uno de los temas, «Nace», no sólo remite en su estructura musical a aquella banda, sino que los 4° Espacio se ocupan de señalarlo, tarareando sobre el final, apenas insinuados, unos versos de «Aves rapaces».