Javier Calamaro se presentó con su banda en el Teatro Municipal de Olavarría. La crónica por Guillermo Del Zotto, para el diario El Popular de Olavarría.
«Hace diez años vinimos como jóvenes descarriados. Hoy volvimos como hombres… descarriados». Con una frase similar, Javier Calamaro sintetizó, en pleno espectáculo, sus sentimientos hacia el público de Olavarría. Se presentó el sábado en el Teatro Municipal y fue el protagonista de una noche que tuvo mucho de fiesta del rock and roll.
Pasadas las 21.30, el hermano de Andrés Calamaro inició un show que contó con más de quinientos espectadores que terminaron festejando de pie una visita que esperaban hace mucho tiempo. El autor de la canción que hizo famosa la serie «Vulnerables» no quiso esperar mucho para largar con «Navegar», en su versión original (para el cierre tenía preparada la reciente versión en bossa nova). Entonces, a partir del segundo tema, para los fans todos fueron hits. Incluyendo varias canciones clásicas de «Los Guarros», grupo que Calamaro comandó hasta hace unos años, antes de iniciar su carrera solista.
Pero, además del líder de la banda, hubo otro protagonista indiscutible. Se trata de Leandro Chiappe, el olavarriense que comanda los teclados en el grupo desde hace un tiempo. Calamaro llegó a denominar a Olavarría como «Chiappelandia» en las reiteradas referencias a su músico, con quien protagonizó un final verdaderamente de lujo: una versión de «La última curda» acompañado solamente por una suave melodía de piano. El registro envidiable del cantante le imprimió al cierre una cuota de emoción y calidad extra. Ya había ingresado en la etapa de los bises al escenario, pero todo el mundo supo que se tenía que retirar con el telón de un tango, porque el cantante se apuró a aclarar que «después de esta canción, la mejor de todos los tiempos, no me daría la cara para cantar algo más».
Sin embargo, para esta altura, habían pasado muchos momentos inolvidables. Sobre todo para los que siguen la carrera del cantante desde sus inicios. Con «El Rey del Trapo» ya había logrado encender un clima de fiesta que duró hasta el final. Si bien faltaron temas nuevos como la excelente versión de «Hombres de Hierro» de León Gieco, Calamaro cuidó muy bien la selección del repertorio como para conformar todos los gustos: nostálgicos de «Los Guarros» («para mantenerlos en la memoria», justificó su ex líder), amantes de temas fuertes como «Sweet home Buenos Aires» (lo mejor de la noche) y también del romántico de temas como «Tu poder sobre mí».
«Sin ser valiente» y «Borrachos de carnaval» fueron canciones que provocaron en el público una aceleración en los corazones. Después de esas canciones, muchos no volvieron a sentarse en las butacas. Aunque, como buen dominador de climas, Calamaro tenía guardado en las mangas de su brillante camisa roja un par de tragos fuertes más. Así llegaron, casi sobre los minutos finales, los contundentes «Quitapenas» y «Rosas».
El recital entonces cumplió los objetivos. Los seguidores tuvieron bastante de su último cd que reúne sus éxitos, rememoraron el «rock pirata» de «Los Guarros» y hasta consiguieron un adelanto del nuevo trabajo que se edita esta semana.
La voz potente y afinada de Calamaro estuvo muy bien acompañada musicalmente. Además del tecladista (el crédito local), la formación sigue teniendo varios componentes del grupo de rock and roll que abandonó en la década del noventa. En el escenario del Teatro Municipal se destacaron entre el equilibrio y la energía, el guitarrista Indio Márquez y Zurdo Alaguibe en la bata.
En definitiva, un concierto de rock and roll «iluminado». Aunque para más de un fans, la sensación fue de «encandilado».