Alejandro Lerner presentó «Buen viaje», su último disco, en el Teatro Gran Rivadavia de Flores.
La noche del domingo nos llevó a alejarnos de Fútbol de Primera y cambiarlo por un buen momento musical. Si les comentamos que en algún pasaje del mismo sonaría «Humo sobre el Agua» o una versión interesantísima de «Desconfío de la Vida» la pregunta obligada sería ¿de qué rockero estamos hablando?…
La respuesta no depositaría en el señor Alejandro Lerner. Presentando «Buen viaje», su último trabajo, se llego hasta el barrio de Flores, más precisamente, el Teatro Gran Rivadavia, lleno hasta reventar, esperaba al cantautor con singular alegría.
El reloj marcaba 21:40 cuando las luces se apagaron y la silueta de Lerner se recortaba entre sombras para dar el puntapié inicial a un show que extendería por una hora cuarenta donde recorrería los clásicos de su carrera para deleite de un auditorio predispuesto a sentir y emocionarse con cada estrofa de las letras.
Si algo caracteriza a este artista es la sencillez de sus actos y el manejo «familiar» con su público, haciendo un ida y vuelta que llega hasta la entrega de una torta y regalos con motivo de un nuevo cumpleaños que obligaron al músico a soplar la velita. Concentrándonos en el show propiamente dicho debemos decir que a la vista de este cronista la sorpresa fue más que agradable, ya que por primera vez debía cubrir este evento y la intriga era mucha.
Intriga que quedo en el olvido al presenciar como se puede sonar muy bien y no dejar de ser poderoso más allá del ritmo de la música. Y acá viene el mayor interrogante que se presentaba ¿Quién puede decir que esto es o no es rock?, y como alguna vez se dijo que la Mona Jiménez es rock, hoy le podemos asegurar que Alejandro Lerner es rock, porque el rock es una actitud y eso es lo que le sobra a éste músico.
Cuando la gente explota al ritmo de «Animales de Costumbres» y la imágenes muestran a Maradona y el gol a los ingleses, cuando «La Belleza» es decorada con secuencias de abuelos perdidamente enamorados o en «Volver a Empezar» la gente se para de sus asientos como desafiando a la vida, son muestras claras de una actitud que tranquilamente sería catalogada de rockera en cualquier otro recital.
En definitiva, un show lleno de matices donde los sentimientos estaban al orden del día y se podían encontrar caras que evidenciaban el placer de sentirse identificados con cada una de las referencias musicales. Un poco de rock, blues y alegría para un domingo diferente.