La llegada de Los Cafres al Luna marca el desembarco de todo un género en el lugar que le corresponde.
Impresionante y extensísimo show de Los Cafres en el Luna Park, podría ser el título de la nota de cualquier medio que posó sus pies en las instalaciones del mítico estadio capitalino.
Pero hoy podemos hablar de mucho más que eso. El espectáculo brindado por Guillermo Bonetto y compañía marca sin lugar a dudas un antes y un después para todo un género que siempre estuvo y que hoy, por fin, se planta en el lugar que le corresponde.
El adjetivo de impresionante se lo podríamos adjudicar a varios motivos: el sonido, la interpretación musical, la energía positiva de la banda y, por sobre todas las cosas, la fiesta que armó con todos estos ingredientes la gente que llenó, bailó y cantó a más no poder, en una noche increíble que incluyó globos con los colores jamaiquinos a pedido del grupo. Lo de extensísimo se lo debemos también a la banda que eligió la friolera de 38 temas para disfrutar arriba y abajo del escenario por más de tres horas.
El evento, dividido en dos con un intervalo necesario de 10 minutos, comenzó con «Boom boom QD+», reggaeton al ritmo de bandeja y un ballet de cuatro señoritas de blancas pieles y Guillermo poniéndole voz a un mar de acordes casi de boliche, para dar paso al segundo corte del disco, «Mostrame cómo sos», donde el público dio rienda suelta al baile.
Las palabras emocionadas de Bonetto en representación de la banda fueron «Buenas noches… Luna lleno, gracias, muchas gracias…», para descargar un tandem tremendo compuesto por «El romano», «Declaration of rights» y «Suena la alarma», que acrecentaría el salto instalado en el campo, haciéndolo reventar con «Hace falta» y «Sin semilla». Así se sucedería hasta el final de la primera parte, donde la coreografía de las cuatro damas volvería a hacer entrada, el ska tendría su lugar, al igual que «Hijo» con la que se pasaría al entreacto.
El segundo y último episodio no se diferenciaría demasiado de su antecesor, en el cual encontraremos puntos altísimos a nivel interpretativo y de respuesta de la masa, destacándose «Hormiga», «De mi mente», «Capitán pelusa» y «La receta», al final de la historia. También tuvieron su lugar preponderante «Revelación», «Al sol» y «Este jardín», al que promovemos nuevamente como próximo corte del disco.
Obviamente hubo presentación de banda y bises, durante los cuales el hit «Si el amor se cae» en conjunto con «Tus ojos» cerraron definitivamente la noche. Sólo podría quedar en la lista de deudas la pobre puesta en escena, que presentaba un escenario con dos tarimas y una pantalla al medio, desluciendo visualmente un show que no tuvo fisuras en toda su conformación.
Parafraseando a Neil Armstrong, se puede afirmar que éste fue un pequeño paso más para Los Cafres, pero un gran salto para el reggae nacional.