El Flaco ofreció en Córdoba un show para recorrer más de cuatro décadas de música arte.
Con el Teatro del Libertador desbordado, a los 53 años Luis Alberto Spinetta se levanta como uno de los símbolos más importantes de nuestro rock. Acompañado por Cardone en formato acústico, el flaco recorrió más de cuatro décadas de música arte.
El frío de la ciudad de Córdoba recibió a más de 1500 almas en uno de los más majestuosos teatros de la docta. Un escenario poco utilizado por el rock pero ideal para la sofisticación musical de Spinetta.
Cuando promediaban las 20:30 del jueves, las escalinatas del San Martín se poblaban lentamente de hippies, locos, bohemios y memoriosos. En un rincón, la boletería no paraba de repetir la misma frase: “no hay más entradas”.
A las 21 puntual se abrieron las puertas y poco a poco se fueron llenando las butacas vacías. Todo estaba preparado para una esta noche de gala en la que convivirían memoriosos del ´50 y los jóvenes del ´80.
Una hora después, el telón se levanta y en el centro de la escena un teclado y un trío de guitarras aparecen bañados por una luz violeta. Cardone y Spinetta sentados cada uno en su silla, comienzan a dar vida a un show donde los adjetivos no alcanzan para definir tanta magia. El flaco le canta A su amor, allí desde Para los árboles y destapa el Ataúd de los recuerdos para revivir a Starosta, el idiota. “Ante todo muchas gracias por este encuentro”, señala envuelto en un respetuoso silencio que lo acompañará toda la noche, y desde el Barro talvez suena con el croar de los sapos. Levanta la vista y sereno le dice al público: “Hay canciones que pasa el tiempo y se hacen más vigorosas…y esta es una de esas que se la banca, porque pasa el tiempo y sigue diciendo lo que dice la gente”, introduciendo de este modo a Un niño nace.
Rememorando la infancia, recordó a su madre poniéndole “alcohol alcanforado en las ronchitas de la varicela”; así prendía el Tester de violencia creado en 1988 y revivía Alcanfor, mientras localizaba entre el público las lucecitas rojas de los grabadores encendidos.
Vera, Lago de forma mía, Ekathe, una zamba, Sagrado Tesoro y un solo de Cardone matizaban la velada. El público completamente hipnotizado no podía despegar sus ojos del escenario ni por un solo instante. Tu cuerpo mediodía (de Para los árboles), Esta es la sombra, Correr frente a ti y el tributo a Fito Páez con Las cosas tienen movimiento, iban coronando la noche.
“Durazno Sangrando” reza la lista de temas a los pies de Spinetta y esa es la canción elegida para el cierre del show. Tres mil manos fueron pocas para aplaudirlo, tres mil pies se sumaron resonando contra el entablonado. “Es importantísimo que cuidemos estos lugares” remarcó Luis Alberto, y Tonta luz debía marcar el cierre definitivo. Nuevamente la ovación de su público lo trajo de regreso junto a Gricel, un aroma de Jazmín en la garganta y se despidió dejando su Pequeño Ángel entre el público.