El pasado jueves desembarcó en Córdoba Luis Alberto Spinetta, para mostrar a sala llena su último trabajo discográfico.
Día raro el jueves. Mientras los noticieros no hacían más que hablar de la captura de Luci y las Facultades seguían tomadas por los reclamos docentes, en el corazón de la ciudad todo estaba preparado para que uno de los mayores compositores de nuestro rock mostrara su último EP. «El Flaco» Spinetta y su banda una vez más pisaban suelo cordobés y La Vieja Usina esperaba a sala llena que el show comenzara.
Fue cuando promediaban las 22 que las luces se apagaron para, una vez más, dejarnos llevar por esa voz que parece desvanecerse en el aire. Viaje y Epilogo, de Spinetta Jade, fue la primer melodía en sonar entre la lluvia de aplausos. «Son muy amables por haber venido, y serán más amables al recibir lo que hemos traído para mostrarles», dijo el artista con la serenidad que lo caracteriza.
En una Usina prácticamente desprovista de cualquier elemento que contribuya a la acústica del lugar, Spinetta tuvo que recorrer su repertorio con mal sonido y sin que sus composiciones pudieran apreciarse correctamente. Más allá de eso, el público ubicado en sus sillas guardó silencio y respeto durante toda la velada.
Mundo Disperso, presentada por su autor como «una especie de zamba venusina», La Herida de París y Halo Lunar fueron algunos de los temas que sonaron en la primer parte del show. Y así, entre nuevas y viejas canciones, se pintaban paisajes siderales con sonido a jazz.
Un clima intimista ideal para este tipo de propuestas, donde se disfruta con los cinco sentidos la magia de un grande de la música. Distendido, paró entre canciones para hablar con el público e incluso bromear sobre algún que otro tema: «Era un hombre que no quería tanto a su mujer, que le dijo vida mi… No llego a vida mía, para mi que se desilusionó. Quizás se le cayó el votox», dijo antes de VidaMi y reflexionó: «O quizás la quería tanto que la identificó con el mismo… no se me había ocurrido eso», para que ninguna señorita se sintiera tocada.
Canciones como Nelly no me Mientas, Crisantemo y Buenos Aires Alma de Piedra quedaron así oficialmente presentadas, a la vez que generaron en todos la necesidad de escuchar un poco más de su genialidad. Hacia el final del recital sonaron clásicos como Durazno, la nueva versión de Agua de la Miseria y el broche de oro con Hombre de Lata. «Los llevo dentro mío permanentemente», dijo, «me gustaría poder ser mas gordo para abarcarlos más», y así comenzó a despedirse de un público insistente que lo haría regresar a las tablas en dos oportunidades para finalmente despedirlo de pie con una ovación merecida.
Una vez más Luis Alberto pasó por Córdoba… siempre es bueno saber que los grandes maestros siguen educando a las próximas generaciones.