El quinteto canadiense regresó al país en el marco de su tour “No Pads, No Helmets… Just Balls”. Fotos de Mica Villalobos.
“Hace 15 años las cosas eran muy distintas, no teníamos Twitter, Instagram ni siquiera teníamos Facebook” reflexionaba Pierre Bouvier, carismático líder de Simple Plan, asombrado al ver tantos celulares en alza mientras entonaban las canciones de su ya clásico disco No pads, no helmet … just balls que este 2018 cumple 15 años.
“¿Cuántos de ustedes ven a Simple Plan por primera vez? Ok, es un placer conocerlos. El resto de ustedes ya están muy grandes, recuerdo cuando eran pequeños y le pedían a su mamá vernos porque éramos los únicos que los entendíamos. Ahora pueden decir F*** you mom, mentira no le digan eso a sus mamás”, si bien el público en su mayoría era veinteañero de aquellos que, como bien indicaron, eran pre-adolescentes en la primera visita de los SP a la Argentina, había muchas caras nuevas. Algunos hasta acompañados por un mayor para cumplir su sueño de ver a la banda que más les ha cantado a los adolescentes desahuciados.
Este show en el teatro de la calle Lacroze fue particularmente especial porque al ser el cumpleaños número 15 de su primer disco lo han tocado todo, de principio a fin, y en eso se basó la primer hora del espectáculo donde cayeron algunas lágrimas mientras sonaban Perfect, I’m Just a Kid, Addicted y The worst day ever entre otros hitazos que conforman al álbum publicado el 16 de marzo de 2002.
Entre tema y tema, le aportaron una cuota de entretenimiento: pelotas con el logo de la banda saltando por todo el ex Teatro Colegiales o Pierre intercambiando roles con el baterista Chuck Comeau e incluso hicieron subir al escenario a algunos fans para sacar una foto grupal que quedará en la memoria de todos.
Llegando al último tramo del show regalaron canciones de su repertorio habitual como Shut Up, Jet Lag y Summer Paradise. Finalizando la 4ta visita de los canadienses P. Bouvier sorprendió a todos parándose sobre la barra de bebidas del establecimiento para despedirse muy de cerca de aquellos fans que estuvieron un poco más alejados del escenario. Así volvió locos a todos haciendo Crazy, valga la redundancia.
La despedida se tornó completamente emotiva con el himno de la banda que supo tocar los corazones de miles de adolescentes y aún lo sigue haciendo, Welcome to my life despejó las dudas de que algunas cosas nunca cambian.