El dicho ancestral proclama que no hay dos sin tres y parece que la Vela Puerca se deja llevar por los viejos mandamientos y con el amague de una fecha, puso dos y volviendo a los refranes, quien dice dos… dice tres.
Es la breve historia de un fin de semana completo de nueve orientales que cada tanto vienen tocan y se van. Pero a pesar de ello son tan locales como el que más. Así es que La Vela paso por Buenos Aires arrasando con todo lo que se puso a su paso subida a un show de más de treinta temas, que superó ampliamente la expectativa de los miles de adeptos que reventaron las boleterías del estadio.
Nuestra cita, como la tantos más, fue el domingo. Anunciado para las 20, la multitud esperaba ansiosa que se abriera el telón y comenzara el baile. Pero para sorpresa de muchos subió primero Buenos Muchachos, para un potente set. Rock dark muy distorsionado que asemejaba los comienzos de bandas como Massacre o Cabezones, el público recibió y respetó a los músicos aplaudiendo cada tema, pero quedó claro que no era el palo de la mayoría.
Media hora después, el clima era intenso y el calor se empezaba a sentir, cuando de pronto La Vela Puerca se adueñó del escenario al ritmo de «Llenos de magia», «Mañana» y «Ojo Moro», tres terribles tracks para bailar, saltar, cantar y todo lo demás que se les pueda imaginar.
«Muchas gracias», fueron las palabras que se escucharon antes de una nueva descarga de cuatro temas, entre ellos «Doble filo» que incluía el vídeo del mismo, y casi pegado «Desde adentro» se hizo oír con el consabido festejo de la masa para rematar este tramo con «Burbujas», cantado a rabiar.
Los caños se encargaban de darle brillo al show. El despliegue de Seba, voz y coros, era casi frenético. El Enano se encargaba de darle forma desde la voz a toda la energía que procedía desde abajo y agradecía cada vez que podía. Si a todo esto le sumamos un sonido perfecto, podríamos decir que todo cerraba para el deleite de los presentes.
Sería muy reiterativo seguir desandando la lista de temas: encontraríamos siempre imágenes repetidas como la gente a full, los músicos dando todo y el sonido acompañando en un cien por cien. Entonces cabe mencionar los puntos sobresalientes del espectáculo que siempre fueron de la mano de los clásicos de la banda o con algún aliciente que hiciera más jugosa la presentación.
Por supuesto que con «De atar» quedaron todos locos, a tal punto que en «Dice», el mismísimo cantante se olvidó la letra. Otro lapso muy interesante fue el que se dio con «Zafar», donde el violín de Gian se metió en medio para darle clima. De la misma forma que lo hicieron las guitarras acústicas de Ney e Ibarburu, todos músicos invitados, en «A lo verde».
En el final se unieron cinco tracks que serían imposibles pasar por alto: «José sabia» a toda murga, «Mi semilla» con ese ritmo cansino y casi religioso, «Contradecir» preparando el gran cierre, «El viejo», poco que decir que no se haya dicho. «Por la ciudad» y «A mi gente» fueron los que firmaron definitivamente el acuerdo con el público argento.
Hablar hoy de una banda uruguaya que reventó Obras no se llevaría con la localía de La Vela Puerca. Pero es así: son del otro lado del charco. Aunque poco importe ese detalle geográfico, haciendo real aquella frase de que la música trasciende fronteras.