El grupo dio su primer show en más de medio año, con varios estrenos y mucha interacción. Por qué importa tanto el presente.
«El tema siguiente es nuevo, pero lo tocamos un par de veces. Se llama ‘En lo profundo'», anuncia el bajista Martín Rodríguez… aunque el baterista Walter Broide lo corrige: «No, ahora viene ‘Sueño narcótico'». «Tenés razón», admite su compañero. Y a lo lejos -en el fondo de la Sala Siranush-, alguien ironiza: «¡Gracias por el spoiler!».
Este último aprovecha la situación y contesta: «Ya que estamos, te spoileo que después se viene ‘La era del instante’ y un intervalo». Todos se ríen, sobre todo Broide y Rodríguez, y hoy hay muchas razones para festejar.
El recital es especial por varios motivos: es el primero de Poseidótica desde marzo -luego de una función doble en Lucille-. Esa oportunidad había servido para presentar al guitarrista Eugenio De Luca, que reemplaza a Hernán Miceli. En segundo lugar, porque el nuevo integrante no sólo interpreta las canciones a la perfección (algunas con veinte años), sino que les imprime un sonido propio, mucho más rockero y crudo. Se nota en clásicos como «Acuático», o en los recién estrenados «Aeon» y «Tyler», que van a un terreno más valvular. Y también en «Homenaje», que Rodríguez dedica a varios amigos que partieron (por ejemplo, a Pato Larralde).
Santiago Rúa mantiene el lugar de la izquierda y marca el contrapunto perfecto con su Kemper Profiler y esa fábrica de sonidos que rodea a Poseidótica: son espaciales, acuáticos, progresivos… indescifrables. Semejante apertura también les permite invitar al violinista Matías Romero, para que participe en canciones como «Los extraños» y «Tantra» (y que sume hasta un Whammy).
Al ser instrumentales, las visuales ayudan a que cada uno pinte su paisaje mental. No es raro ver clips de aviones de guerra, de la famosa Battersea Power Station (de «Animals») o de la Carrera Espacial. Los títulos también juegan un rol importante en esa imagen que se forma cada oyente.
«La era del instante», por ejemplo, engloba no sólo la situación actual, en la que todo se consume con una rapidez insólita; sino la relevancia del hoy y ahora. Parafraseándolos, justamente es en este instante cuando las canciones se transforman. Las que tienen bajadas tradicionales («Dinastía nocturna») se acompañan con palmas; y otras, como «Hidrofobia», se aceleran y suman dimensiones. «Es es el tema que tocamos más veces», dice al respecto Rodríguez, mientras lo mira con complicidad a Rúa: es su compañero desde el arranque hace dos décadas.
Aunque todos entendemos la verdadera importancia del instante en «El dilema del origen», que cierra el concierto: cuando llegan esos gritos primitivos -casi de ritual- que la banda agrega sólo en los shows y que el público adoptó como propios. Incluso hoy, algunos ansiosos ya los cantan antes de tiempo y se adelantan a Broide. Básicamente, ahora spoilean el momento… desde abajo del escenario. Y está perfecto.
Estas escenas sirven como una muestra de lo mucho que importa el instante. Porque aunque los escuchemos en casa, nunca vamos a encontrar semejantes paisajes. ¿La razón? Bueno… que son exclusivos de este tiempo y espacio. Y si además de entretenernos, una banda nos inspira a celebrar el presente, sólo quedan palabras de elogio. Aplausos de pie.
Puntaje: 9.50/10.
Poseidótica tocará el domingo 17 de octubre en el Centro Cultural Padilla (Av. Meeks 1217, Temperley) junto a Dos Pirámides. Las entradas se consiguen vía Passline.