Fervor y devoción fueron las características del concierto brindado por Raúl Porchetto en el cineteatro Cervantes, de Quilmes. Pese a tratarse de un jueves por la noche, gran cantidad de público respondió a la convocatoria para demostrar que, a partir de «Reina madre», Porchetto es el gran ídolo de un numeroso sector de la audiencia.
El recital comenzó con una obertura hecha en base a la música de «Reina madre». De inmediato, la banda atacó con «Nena, sacate la careta» y «Lamando a los duendes». A partir de ese momento se sucedieron sin interrupción casi treinta temas. Porchetto basó su repertorio en las canciones de sus dos últimos discos, intercalando «joyitas» de otras épocas como «Sentado en el umbral» y Me siento bien». El mercedino y su banda adelantaron también algunos de los temas de «El mundo puede mejorar», su próximo longplay: «Déjame una canción». «Las puertas del bien y del mal», «Es una mujer» y «Cambia juegos». Los nuevos temas evidenciaron una profundización del estilo mostrado en «Reina madre», con mayor riqueza armónica y melódica. Temáticamente, la propuesta del tecladista se ha inclinado hacia el amor como fórmula de cambio. El público respondió positivamente el nuevo material, lo que da la pauta de que seguramente al mercedino, con su nuevo disco, lo espera un éxito aún mayor que con «Reina Madre». En la saludable evolución que ha sufrido su música seguramente mucho tiene que ver su banda de apoyo. Porchetto siempre supo rodearse de gente ido> nea, pero no cabe duda de que el actual es, lejos, el mejor grupo
que tuvo en su carrera. Sirso Iseas y Fernando Marrone se complementan a la perfección y conforman una base rítmica de inusual solidez. Babú Cerviño es un mago de los teclados y sus intervenciones tienen tanta carga de virtuosismo como de feeling. Alambre González, por su parte, es un guitarrista de esos que dejan con la boca abierta a cualquiera en cada recorrida por el diapasón. Además, por primera vez Porchetto tiene una banda con escena y eso ha enriquecido notablemente su show.
Los picos emotivos del concierto se vivieron con «Por honor y gloria». «Reina madre» (a dúo con Babú), «Los cisnes no cantan cuando mueren (se vio gente llorando en La platea), «Ningún rey», «El poder del universo’ y, por supuesto, «Algo de paz». Promediando el show, Babú Cerviño hizo un tema de su disco solista acompañado vocalmente por Porchetto: «Todos los días, Dios».
El balance final del concierto fue sumamente positivo ya que Porchetto y su grupo demostraron una vez más el afiatamiento de su sonido y la mágica comunicación que logran entablar con la audiencia. Y por la reacción obtenida con el nuevo material, no es aventurado afirmar que estas características tienden a consolidarse en el futuro.
Néstor Freije