Iván Noble colmó el NDAteneo para presentar “Nadie sabe donde”, su segundo disco solista.
Uno de los trovadores del rock más representativos anunciaba dos fechas, que se hicieron tres, en el Teatro ND/Ateneo y el movimiento se demuestra andando, parecía ser la premisa de la gente que poco a poco a la hora indicada colmaba las instalaciones.
Con muchas expectativas se comentaba el gran disco que había logrado el artista, su crecimiento desde aquel “Preguntas equivocadas”, primer álbum solista, y la nunca ausente comparación con los Caballeros de la Quema, así con las agujas clavadas en la hora preestablecida el telón dejó paso a la imagen de la banda y los sentidos se prepararon para una larga noche de rock.
Vestido con un atuendo muy sobrio que incluía jeans, remera, saco negro y zapatillas de lona rojas dio el primer paso sobre el escenario Iván Noble y la presentación oficial de “Nadie sabe donde” se empezaba a desarrollar de la mano de “A pan y agua”.
Desde muy tempranito, superando los infaltables problemitas de sonido, llegaron las gracias, los avisos de muchos invitados y que la noche sería larga. Se sucedieron “La chica que nadie saca a bailar”, “Cuentos argentos”, “Viento en Proa”, entre otros, para llegar al primero de los cuatro temas de Caballeros que sonarían, “De mala muerte”, y la monada pidió a grito pelado la reunión del grupo, a lo que el músico contesto sólo con una sonrisa.
El sonido brillaba y daría el marco inmejorable para que los invitados empezaran desfilar: Marcelo Blanco de Pericos fue el primero, haciéndose cargo de la percusión en “Tampoco el mundo hace las cosas demasiado bien”. La voz femenina del rock, Hilda Lizarazu, se hizo presente con “Respirar”, de la mano para rememorar la presentación del primer disco en Gran Rex y se quedaría para crear uno de los momentos impecables de la noche al son de “A soñar un rato”.
Nuevamente el pasado se haría presente con el clásico “Hasta estallar” y el reclamo de la popu se volvería a escuchar. Como por arte de magia desaparecerían músicos y en una sentida presentación con tintes de reclamo a la prensa aparecería Liliana Herrero para una versión increíble de “Preguntas equivocadas” que llevo al músico casi hasta las lágrimas.
Con un set acústico armado, “La mujer que destrozaba las noches” dio paso a “La Bossa”, según el código interno de los interpretes, donde Javier Malosetti dio cátedra de jazz. Poco a poco se venía el final, los temas se sucedían: “Malas companias” de Serrat a dúo con Kevin Johansen, “No cuentes conmigo” con el zorrito, “Sapo de otro pozo” para levantar a los presentes y “Otro vaso y me voy”, para cerrar.
A sabiendas de que vendrían más canciones nadie se fue y por el contrario nadie se sentó. Ante este panorama musicalizado por las gargantas a puro estribillo de Caballeros de la Quema, los músicos se pegaron otra vuelta por el escenario. “Argentinamente” y “Otro jueves cobarde” le pusieron la firma a este contrato con la música.
Iván Noble, un excelente artista al que el pasado no le pesa y el futuro le guiña un ojo para seguir masticando sueños de una carrera solista que muchos envidiarían.