Skay Beilinson volvió a la ciudad de Santa Fé, esta vez con su banda más contemporánea para presentar “La marca de Caín”, su flamante nuevo disco.
“Un destello radioactivo y entre el polvo apareció, tronó el cielo y la tierra, él ha vuelto a la ciudad”. Siguiendo con una interminable serie de shows aplastantes, Skay Beilinson volvió a la ciudad de Santa Fé, al Estadio cubierto del Club Atlético Unión más específicamente. La propuesta cultural del Ciclo Unirock liderada por la Universidad Nacional del Litoral (UNL), sin dudas tentó a Skay y a Poly que tienen devoción hacia este tipo de emprendimientos. Además del recital se desarrollaron conferencias, paneles y exposiciones a cargo de Rocambole (artista plástico y diseñador ricotero), Diego Boris y Cristian Aldana de la Unión de Músicos Independientes (UMI) como máximos exponentes.
El repertorio contó con una gran cantidad de temas del último disco “La marca de Caín” (siete tracks de diez que completan el álbum), además de algunas canciones de “A través del mar de los sargazos” y “Talismán”. El público joven fue mayoría (con un criterioso descuento para estudiantes universitarios), las banderas empapelaron las barandas del imponente microestadio, un sitio ideal para este tipo de espectáculos.
Con el Ok de Poli para subir al escenario, el set inicial de El gourmet del infierno-Paria-Oda a la sin nombre vislumbraban una noche movidita y sin respiro. Tal como ocurrió en el último show de Scombrock en julio pasado, Javier Lecumberry (teclados y coros) se puso al frente para cantar El pozo de la serpiente con un matiz vocal bien a lo “Doblada” (su banda paralela a este viaje). Tal como enarbola Los caminos del viento (el punto más alto del Topo Espíndola en batería): “somos esas nubes que viajando con el viento vamos descubriendo su destino”, Skay deja en claro su presente encantador.
Mientras la acorde puesta a punto de las luces daban cuenta de la estirpe rockera de Skay, la gran bestia rock seguía haciendo de las suyas… se movía, interactuaba con Claudio Quartero (bajo) y flexionaba sus rodillas para acompañar el punteo de su Gibson SG. Vincha de por medio, poses fotogénicas, pocas palabras y verdadero rock & roll eran fijas en la fría noche. Todo esto sumado a la contundencia de Los Seguidores de la Diosa Kali (que en esta ocasión volvieron a catalogarse Los Trogloditas) nos hace pensar que Skay ha sabido rodearse de muy buenos músicos para alimentar su estampa rock por excelencia.
“En tus muros crecen flores Santa Fé”… es así como quedaba plasmado el cariño hacia esta ciudad en la que hacía rato no sonaban melodías redonditas. Si hay algo que no debemos dejar pasar, y que ya lo veníamos intuyendo con la edición del último disco, es la mejoría vocal de Skay. Arcano XIV (con arreglos en la voz), Canción de cuna y Tal vez mañana son claros ejemplos de ello.
De repente el tempo misterioso del Fantasma del quinto piso nos trasladó a un estado mental confuso, Skay describía una geografía de “lugares oscuros”. Un tema con atributos psicodélicos que Skay quería hacer hace tiempo, por momentos se sale del formato canción y logra el clímax final con el soberbio solo de Oscar Reyna (consolidado 100%). Algo parecido sucede con Presagio, el instante en el que la banda pareciera brindarse a ella misma con una química interna que no necesita de muchas palabras, sólo ver el círculo que forman alrededor de Claudio y la sonoridad como consecuencia.
El sonido acostumbra a ser muy bueno gracias a la prueba de sonido previa, “Santa Fé de la Vera Cruz” no fue la excepción. “No se aceptan zapatillas talle 44? rogaba Skay cuando las remeras y recuerdos que volaban hacia el escenario eran incesantes. De esta manera la noche iba terminando con Rock para los dientes y la moderna Gengis Khan. El resumen de la noche es rock. Es que Skay es rock, rock, rock y más rock, elegante y exquisito rock.
Las próximas presentaciones serán el 8 de Septiembre en Córdoba, 14 y 15 en Mar del Plata, y más adelante a cruzar el charco para un posible desembarco en el paisito.