La banda presentó su último disco en el Luna Park y aprovechó para repasar los hits. La crónica de Mauro Apicella, para La Nación.
Demasiado sonido y luminaria de fiesta electrónica durante el comienzo del show para tanta bandera agitada y bengala encendida por el público. Mucho «trapo» y ceremonial de tribu rockera para una banda que supo dar un nutrido repertorio de hits radiales y veraniegos durante los últimos 15 años. O bastante volumen para los oídos de un par de niñitos que aparecen en los bises -son los hijos de algunos músicos pericos-.
Un mixtura rara si se la ve con cierta distancia. Aunque, en realidad, sus elementos conviven armoniosamente. Todo puede ser parte de la identidad de la banda y, probablemente, el motivo de su permanencia y convocatoria, independientemente de que el estadio fuera colmado con la excusa de que presentaban un nuevo disco.
Porque lo cierto es que el público va al encuentro de una banda, no de un álbum. «Mystic Love», la placa anterior, dio cuenta de búsquedas y apuestas; la flamante «Desde cero», en cambio, parece funcionar como una continuidad, que está abierta a la novedad, pero no a cambios de personalidad.
Hace tiempo…
Los Pericos se dieron a conocer en los ochenta como una banda de reggae que evitó recrear las raíces para buscar una lectura «argenta» del género. Eso la hizo diferente. Y hoy, aunque su música parece alejarse de sus comienzos, la mayoría de los temas se sostiene en líneas de bajo que marcan un mismo rumbo y en ese rasgueo corto y agudo, casi en stacato, de las guitarras. Allí está el elemento común de esa identidad y de las canciones que van llegando al recital. Las más viejas, como «Mucha experiencia» y «Párate y mira», con tramos apurados a velocidad ska . Las más cercanas, como «Sin cadenas», a tempo de balada; «Desde cero» y «Complicado y aturdido», una de las que más sonaron últimamente de su nuevo álbum y que aparece al principio del repertorio para darle temperatura al show.
Excepto por contadas ocasiones en las que la afinación de Bahiano se despista un poco de la tónica, el grupo suena fresco y, a la vez, con la precisión de un CD, aunque el sonido que llega al público no refleje exactamente ese valor.
De cualquier modo, la fiesta se pone en marcha con el primer tema y, aun con mínimos altibajos, mantiene su buen ritmo hasta el último bis, «Home sweet home». En el medio quedan varios momentos. Esos hits que hacen estallar a la platea («Monkey Man», «Su galán», «Eu vi chegar») y el potentísimo estreno «Casi nunca lo ves». El pulso aguerrido de «No me pares» y «Desigual». Las pinceladas disco de «Boulevard» y «Bajo la lluvia». El tono intimista de «Waitin»; el clima de bolero que trae la cantante Mimi Acevedo. Y la ternura que deja «Días de sol», donde la letra acerca una promesa al público y a los hijos de los músicos (púberes y lactantes) que subieron al escenario: «Siempre a tu lado voy a estar».