La Mississippi ya es un pedacito más de Rosario. Es como el río Paraná bañado de luna llena, como las callecitas empedradas de barrio Pichincha, como el Monumento a la Bandera con su llama eterna… Porque los rosarinos no podemos pasar muchos meses sin que la Missi llene nuestras almas de blues.
Así fue que este viernes se abrieron las puertas de «Federico T» para recibir a la multitud de bluseros que esperaban en la puerta. Frente a la vieja estación de trenes soñábamos con escuchar la voz de Tapia, entre sonidos de guitarra, armónica y saxos, que se apoyan en la sólida base llena de goove que aportan el bajo, la batería y el teclado.
Ya dentro del reducto, la cerveza no era suficiente consuelo. Miraba el escenario dispuesto allí arriba al fondo de todo, casi de reojo, esperando que se asome alguno de los músicos.
Había gente sentada en el suelo, dispersa por todo el local, hasta que entra La Mississippi y se reúnen todos frente a las tablas, preparados para empezar a saltar desde el primer acorde.
Como nos anticipara Juan Carlos Tordó, baterista de la banda, el día anterior al recital, venían acompañados de su primer tecladista, Juan José Hermida, como primer sorpresa de la noche.
Adelantaron algunos temas que están por grabar en su próximo CD, «Siete vidas». Siete vidas, como los gatos, porque ante tantas vicisitudes que ha sufrido el país, la Mississippi sigue en pié, mas firme que nunca.
Es increíble como una banda que lleva tantos años de formación, y ejecutando siempre un mismo estilo, nunca se copian a si mismos, siempre están innovando, encontrando nuevos sonidos y letras que describen cosas cotidianas, pero con una poesía urbana que encierra muchos significados tras sus palabras.
Podríamos decir que Rosario es la segunda ciudad de La Mississippi, como dijera Ricardo Tapia, «nos sentimos como en nuestro hogar». Y nosotros parte de ellos. El clima que se genera es intimista, con gran respuesta del público con sus cantos y coreo de temas.
La noche llegó a su punto cumbre cuando Ricardo anuncia la invitación de un gran blusero de nuestra ciudad, un ícono: Bonzo Morelli. ¿Quién hubiera soñado a La Mississppi con la presencia del Bonzo en guitarra? La excitación llegó al máximo, se agitaban remeras, la gente saltaba y se desmoronaba en un gran pogo.
Juntos tocaron «Un trago para ver mejor», y luego «Café Madrid», dándole espacio para solos de 24 compases que hacían delirar nuestros oídos.
Cuando ya creíamos terminada la noche, desde un micrófono piden que felicitemos a Tapia porque era su cumpleaños. Tras abrazos y agradecimientos, Ricardo expreso lo emocionante que era vivir un cumpleaños así, tocando, haciendo lo que les sale del alma. Así que después de cantarle el Feliz Cumpleaños….nos dieron más blues de yapa. Esta vez fue el cumpleañero el que dio el regalo.
Terminó la noche, se fue la Mississippi, pero mientras tomábamos un trago para ver mejor, supimos que ella siempre esta, dando vueltas por nuestras vidas…