Intoxicados generó el descontrol y nos privó de una fiesta stone.
El consejo de los padres siempre es: «no corras cuando llueve que te podes caer». Bueno, a Pity no se lo aconsejaron, o hizo caso omiso a ésto, y se cayó.
Debemos decir que en un principio todo estaba dado parta disfrutar de un concierto de rock efervescente, fiestero, crudo y furioso. Llovía, la noche daba para cobijarse en un lugar cómodo como El Teatro a entregarse a las mieles del rock stone propuesto por la banda, pero…
Arrancamos mal, todos los que estamos en esto sabemos que El Teatro tienen reglas horarias estrictas se empieza a las 22 horas puntual y se termina a las 24 por una cuestión interna del boliche. Intoxicados plantó su show a las 22:55 con la consecuente espera de la prensa en las puertas y otras yerbas.
El ambiente estaba muy ardiente, en el escenario se veía un televisor sintonizado en Azul Televisión (tendrá algo que ver Haddad), un sillón, botellas de cerveza por el suelo, cajas de pizza, etc. es decir, un living montado en escena, sonó el despertador que despertó a Pity de su letargo y dio comienzo la música.
La banda sonaba ajustada, se sentía el rocanrol en las venas un par de temas propios y cuatro de Viejas Locas para desatar la euforia de la gente.
El escenario era lo más parecido a una sala de ensayo, entraba y salía gente, amigos que tocaban y arengaban a la banda y el tema se complicó cuando a Pity se le ocurrió tirarse al público, el público lo recibió con los braxos abiertos, y hubo alguno que se preocupó por recibir con las manos abiertas el micrófono que traía el cantante en la mano.
Cuando logró volver al escenario, pidió que lo devolvieran y no volvía y no volvió. Pasaron 15 minutos y Pity se enojó, no toco más se puso agresivo rompiendo, antes de retirarse con la banda, con su guitarra el televisor que mostraba a Chiche Gelbung desaforado en su programa «Memoria».
Se cerraron las cortinas, la gente quedó estupefacta y parecía que todo terminaba ahí cuando de pronto el guitarrista apareció delante del telón y sacó una furiosa versión del Himno Nacional al mejor estilo AC/DC, la banda se acomodó en su lugar y sonó, por fin, la banda que vinimos a ver.
Un par de covers de Viejas Locas, Creedence, temas de la banda hicieron de la delicia de los presentes, pero…
La hora permitida por el recinto había sido superada con amplitud, entonces llegó las orden a la consola de cortar todo, luces, sonido, todo.
La banda no quería bajar, seguía tocando a capella y la gente hacía los coros. Volvió el sonido como para que hicieran un par de temas, digamos los bises, pero… La banda se seguía excediendo y se cortó definitivamente el sonido. Se encendieron todas las luces del lugar y el caos reinó de ahí en adelante. Pity en el escenario quería prender fuego el telón, se peleaba con los seguridad del lugar y sus propios asistentes que querían pararlo y llevarlo para adentro. Abajo del escenario la gente ponía en sus bocas un grito de guerra de «rompemos todo la p… que los parió» y así fue volaron maderas, hubo piñas, patadas y agresiones a granel, la cosa siguió en la calle con la policía incluida. Tristísimo.
En definitiva, me molesta mucho tener que hacer crónicas que hablen de violencia en lugar de hablar de música, y más cuando uno esta predispuesto a divertirse y pasarla bien. Cabe aclarar que la banda se muestra como uno de los puntales del rock vernáculo, pero cuando se dedican a tocar y a transmitir rock desde arriba del escenario y no a generar descontrol.
Lástima, alguien nos escupió el asado.