Ivan Noble indagó en su vasta discografía y ordenó sus temas alfabéticamente. Tras la ardua labor, confeccionó un espectáculo que exhibió en el Teatro Opera Allianz.
Un erudito deseoso de conocimiento efectúa osadas investigaciones. Simpatizante de la disciplina, requiere de pautas estrictas para organizar su trabajo. Clasificar su bibliografía por orden alfabético resulta una herramienta útil para encontrar información con facilidad.
Habitualmente, un músico no emplea un método rígido cuando compone sus canciones. La inspiración es un elemento que brota espontáneamente. Capitalizar los períodos creativos sin restricciones es un atributo innato del artista.
Ivan Noble combina rigurosidad científica y plasticidad creativa en un show dónde sistematiza su obra alfabéticamente sin perder frescura. Bajo la consigna DeLaAaLaZ, actúa en un atestado Teatro Opera Allianz.
Un piano arroja los primeros acordes. El telón descubre el escenario. “Amor a tercera vista” inicia el concierto y esparce melancolía. Sin embargo, la banda completa irrumpe con “A pan y agua”, “Bendito infierno”, “Causas perdidas” más “Como el cangrejo” inyectándole desenfado.
“En American Bar, un pub de Ramos Mejía que hoy es un supermercado, canto por primera vez. Unos 25 años después, hago lo mismo en un teatro hermoso de la Avenida Corrientes. ¡Gracias a ustedes que llenan el lugar y lo hacen posible!”, expresa el vocalista.
“Dame un motivo” y “Del montón” arengan al público. Los espectadores motivados aplauden enfáticamente cada interpretación. Tras “El chico de los mandados” y “Fe de erratas”, suena el primer bloque de temas pertenecientes a Los Caballeros de la Quema: “Gusanos”, “Hasta estallar” y “Jodido noviembre”.
“Éramos chicos intrépidos que tocábamos lo que nos gustaba como podíamos”, recuerda el cantante refiriéndose a su primera banda. El autor de “La propina” es un cantautor prolífico. Su discografía tiene doce álbumes: seis editados en su etapa como miembro de un grupo y otra media docena en su faceta solista.
Cumpleañeros, divorciados, solteros y una pareja con apenas tres horas como matrimonio conviven en la sala. Disfrutan modernas versiones de “Mala sangre”, “No cuentes conmigo”, “Olivia”, “Otro jueves cobarde” o “Paciente cero”.
“Rómulo y remo”, “Sapo de otro pozo” y “Todos atrás y Dios de 9” confirman su vigencia mediante estruendosas ovaciones. “Un minuto antes de dejar de quererte” y “Waterloo” completan el último tramo del revisionismo sonoro.
Consumado el prolijo catálogo de canciones, aparecen las excepciones. “BienBenito”, “Donde gustes y cuando quieras”, “Avanti Morocha” y “Oxidado” musicalizan el final de un concierto planeado con una innovadora estrategia.