El cierre del festival no pudo escaparle al clima extraño de las jornadas anteriores.
La jornada de despedida del festival empezó a las 18 con las actuaciones de Holy Piby, Villanos, que por cantidad y belleza estética ganaron el campeonato de remeras, y los rosarinos de Cielo Razzo. Poco más de una hora después los Jóvenes Pordioseros empezaron su show. Coherentemente con el lugar de abanderados del rock de banderas al que aspiran, ubicaron una buena cantidad de trapos sobre el escenario. Los fanáticos corearon la balada morbosa «Cuando me muera», la intensa «No la quiero dejar» y «105 y 3» (el título alude a la esquina del ruido joven de Gesell). Mientras cantaba, Toti nombraba los barrios que la gente le pedía que mencione. Hacía el final llegaría algo enigmático en serio. Antes de empezar a tocar «Bailando» el cantante comenta que «últimamente hay muchos ignorantes que hablan del rock y no saben un carajo. Por eso ahora me voy a bajar del escenario y voy a ir hasta la cabina de sonido»… dicho & hecho… mientras la banda terminaba de tocar la canción el muchacho se desplazó hacia la torre de sonido. Un gesto digno… de Jagger.
Acto seguido fue el turno de Kapanga, quienes anunciaron que venían medio fisurados porque la noche anterior habían tocado a las tres de la mañana en la fiesta de la cerveza de Santa Fé… no se los notó muy fuera de forma. Durante una hora pasearon su rock cuartetero descontrolado y divertido. Entre las primeras estuvieron las viciosas «Fumar» y «Ramón», el manifiesto del exilio «Bisabuelo» y la infaltable «Me mata». De su notable último disco presentaron «Remolinos», «Desesperado», la ensoñadora «Flotar» y el nuevo hit, presentado como una canción de amor, «Desearía». Una de las sorpresas del show fue el gag musicial que parodió a la publicidad de FM Hit. Mientras tocaban pedacitos de canciones de Airbag, Lerner y Babasónicos, el Mono comentaba «Cuchá cuchá». Buenísimo cuando le preguntaron a la gente qué tema querían escuchar en el cierre y el cantante explicó que «El mono relojero» es la que dice «…andate a dormir vos».
A las 22 los 8 orientales de La Vela Puerca desembarcaron en escena y ofrecieron una serie de canciones templadas y poco explosivas. «Sin palabras» fue la primera y siguieron con «Potosí» y «Zitarrosa». Sobre la mitad de su exhibición manifestaron que el rock uruguayo estaba de duelo por la tragedia de Cromañon. Antes de empezar a tocar «Mi semilla», el Enano, sentado al borde del escenario, comentó que «escribir una canción de amor es más difícil que sembrar el odio». El final fue muy arriba, con «Gente».
Durante el intervalo previo a la presentación de Las Pelotas se proyectó el clip de «Una nueva noche fría» lo que provocó un remolino de emoción y aplausos en una audiencia particularmente sensible. La del Gesell Rock era una de las actuaciones confirmadas de Callejeros. Cuando terminó el video siguieron pasando canciones de la banda, pero ya no provocaron tanta repercusión. Alguien comentó, atinadamente, «fijate como no la canta nadie ésta». Luego se utilizaron las pantallas para emitir algunos mensajes que culminaron con la confusa consigna de «No olvidar, siempre resistir».
Antes del inicio del recital de Las Pelotas, Alejandro Sokol irrumpió para pedir silencio y comentó unas palabras: «Hace poco había gente así de fiesta, copada, como nosotros y de repente pasó todo lo que ya sabemos. Solo vamos a pedir un exacto minuto de silencio para todos los que ahora no están». Fue un momento profundo y se respetó excepto por algún inadaptado que gritó un «aguante los pibes, carajo. Aguante el rocanrol». Para contrarrestar el bajón rompieron el hielo con «Capitán América». Al principio parecía que iban a dar un show potente (le pegaron «Día feliz», «Desaparecido» y «Sin hilo»), pero todo la energía se desvaneció cuando Daffunchio (como siempre, con gorrita y lentes) empezó a cantar y sonaron las más lánguidas «Si sentís», «Tormenta en Júpiter» y la todavía inédita «Hoy me desperté». La cuota cadenciosa del reagge llegó con «Solito vas», «Hawai» y «Saltando». Las últimas canciones fueron la explosiva «Shine» y los bises de Sumo «5 magníficos» (que será incluida en el disco en vivo de próxima edición) y «El ojo blindado».
Se puede decir que el primer Gesell Rock tuvo éxito por lo prolijo y el hecho de no haber evidenciado fisuras. Las alrededor de cuarenta mil entradas vendidas hablan del fuerte deseo por ver a las treinta y tres bandas que conformaron la grilla y la rentabilidad de los negocios alrededor del rock. El hecho de haber sido el primer evento masivo post Cromañon le da el mérito de haber logrado que esta música vuelva a convocar un público masivo. Aunque las pruebas más severas vendrán más adelante, en los estadios cerrados de Capital. Obviamente, el festival no fue una fiesta y va a pasar algún tiempo para que esa palabra vuelva a asociarse al rock argentino. Un punto flojo fue la falta de agua, sobre todo porque el público saca la entrada para ver bandas durante unas ocho horas y quienes estaban cerca del escenario tenían que tragar y respirar polvo y tierra cada vez que alguien bailaba o saltaba cerca. Y otro, fue el exceso de celo policial que quitaba a quienes ingresaban al lugar encendedores, lapiceras, pilas de las cámaras… ni hablar de los escándalos que podían hacer por un porrito. Pero, otra vez, como son jóvenes, que aguanten (y gasten su dinero).