El cuarteto porteño Vetamadre repasó canciones de todos sus discos, en un show contundente y sin fisuras. La crónica de Cristián Avanzini, para Los Andes.
El «under» porteño siempre se ha caracterizado por ser un invaluable semillero artístico. De él es de donde surgieron valores como Los Redondos, Sumo y Catupecu Machu, por ejemplo. Vetamadre es uno más de aquellos, y lo demostró en su presentación del sábado por la noche en Cacano, en Mendoza.
Pasadas las dos de la mañana, el combo rockero arrancó su set sin discursos ni presentaciones. «Sin mirar», de su último disco «Veratravés», fue la elegida para abrir una noche caliente, plena de riffs rabiosos y melodías hipnóticas, sin golpes bajos. A lo largo de más de una hora y media, la banda pasó de sonidos de rock crudo a otros más EMO, así como también «brit-rock». La lista de temas fue un recorrido por sus tres discos, e incluyó las festejadas «No me ves», «Mar» y «Rara puerta», incluidas en su última producción.
Julio Breshnev lideró la ceremonia con destreza, llevando su voz al frente y estrujando con firmeza el mástil de su guitarra; Martín Dejean, desde los sintetizadores, dibujó paisajes y creó las atmósferas adecuadas para que la acción se desarrollara en armonía; por su parte, Coca Monte y Federico Colella, desde el bajo y la batería respectivamente, manejaron la base rítmico-melódica con gran precisión. Como todo buen «frontman», Breshnev logró una química especial con el público -unas 200 personas- que, para el final del show, ya se encontraba de pie festejando la fuerza y la entrega de la banda. Alrededor de las cuatro de la mañana y sin bis, los Vetamadre abandonaron el escenario, seguramente satisfechos de haber conquistado una vez más los oídos mendocinos. El cuarteto demostró sobre las tablas que está en un nivel óptimo de su carrera y listo para hacer explotar estadios.