De buen humor y ante una corte de leales fanáticos, Spinetta presentó «Camalotus»: bromeó mucho y recorrió viejas canciones como «Era de Uranio» y «Quedándote o yéndote». La crónica de Guillermo Zaccagnini, para Clarín.
Afuera el calor y la gente desprolijamente amontonada en la puerta. Para las 23.15 ya están todos sentaditos, frescos y espectantes. El oscuro y pesado telón se abrió para que Luis Alberto Spinetta vuelva al Teatro Coliseo, allí donde alguna vez estrenó Muchacha ojos de papel. A lo largo de las dos horas de show, el Flaco deleitó a su público con un espectáculo ajustadísimo en el que presentó el reciente EP Camalotus. «Este es un show muy sencillo, muy musical y sentido».
El Flaco, de excelente humor junto a su nueva banda (Claudio Cardone en teclados, Cristian Judurcha en batería y Nerina Nicotra en bajo) abrió el show con el clásico Quedándote o yéndote del álbum Kamikaze de 1982. Bromeó durante toda la noche, conversó con el publicó y explicó, de forma libre y delirante, gran cantidad de los temas. Luego arribaron Vidamí, A su amor allí y Era de Uranio, pero la ovación se hizo sentir cuando cambió a una guitarra más vieja y, bajo las luces fijas de colores frios, llegó la agradable La herida de Paris, del álbum Los niños que escriben en el cielo.
La calidad de sonido fue extrema, más allá de algunas dificultades técnicas que experimentó el monitor de Spinetta («está rezongando éste»), y permitió escuchar hasta la respiración de los músicos, lo que colaboró a crear un clima particular. Entre temas, alguien gritó desde la lejanía. «¡Bajan Flaco!» y el músico hizo una mueca que dio pie a otro comentario de la platea: «¡Rasguña las piedras». «No la sé… y nunca me gustó», respondió, arrancó la comedia y el rockito blusero Yo miro tu amor.
Algunas canciones después llegó el primer tema del EP, Crisantemo. Igual que en la versión de estudio, la pieza que musicaliza la película Flores de septiembre, careció de bajo, batería y guitarra, sólo teclados. Esos mismos teclados arrojaron el arreglo de cuerdas del siguiente tema, Tonta luz. Luego sí el resto del disco, Nelly, no me mientas, el remix de Rafael Arcaute de Agua de la miseria y la novedad de Buenos Aires, alma de piedra. «Con este tema estamos a la portuguesa, no al horno. Estamos en la cacerola porque es un estreno» y mostró Las flores de Santo Tomé, que formará parte de su nueva producción discográfica de estudio que saldrá el año próximo.
Sus nietos estaban presentes y les dedicó la emotiva El lenguaje del cielo. Tampoco faltaron clásicos como Resumen porteño y «ahora un tema telúrico nacido allá en los 70», Durazno sangrando. A la hora de los bises, arremetió con Seguir viviendo sin tu amor, se despidió con una version power de Ludmila y otro de sus tantos comentarios insólitos de la jornada. «¿Les dije que me hice una extensión de pene?».