Invisible hizo las dos únicas presentaciones de este año, primero en el Teatro Coliseo —dos días y cuatro funciones— y luego en el estadio de Vélez Sársfield, al aire libre.
Ambas oportunidades sirvieron para que Spinetta-Pomo-Machi desarrollaran la música de «Durazno Sangrando», su último álbum. Los dos conclertos tuvieron puntos comunes: el total ensamble del trío y una organización eficiente. El éxito los acompañó en las presentaciones; en el Coliseo las cuatro funciones estuvieron «a full», y en Vélez hubo más de tres mil personas.
«Durazno Sangrando» es sin duda la continuación de una línea musical que el trío comenzó en su primer álbum, en este último más profundizada. El sonido, la escenografía y la ejecución de la música fueron impecables. Aun a pesar de ciertos sectores que acusen a Invisible de ser una banda fría y carente de expresividad, es evidente que el tratamiento y desarrollo de su música ——por momentos de gran complejidad armónca— exige de los ejecutantes una total lucidez y ensamble. A la vez se nota el estuerzo realizado por los músicos para dotar a esa ejecución de algo más que una entrega fríamente equilibrada.
Invisible no tiene connotaciones de grupo rockero o pesado, aunque determinados pasajes puedan estar compuestos por esos elementos. Por otra parte, Invisible intenta, a través de su música, crear toda una corriente estética de la cual participan público y artistas, a través de un intercambio mutuo. Lo hecho por Invisible en estos conciertos sirve claramente para establecer los parámetros de la nueva dimensión que ha adquirido a lo largo de todo este tiempo una música que admite críticas e incluso consideraciones sobre su capacidad de repercusión masiva, pero que se apoya sobre el basamento de una originalidad encomiable.