Con su show en El Teatro, la banda de Haedo confirmó su frescura y originalidad.
Apenas pasados cinco minutos de las 22, «De arriba, de abajo» abrió un show que se extendería por casi dos horas y confirmaría aquello que desde éstas páginas se sostiene desde hace un tiempo: Arbol es la banda más creativa.
Llegaron a MTV desde la República Separatista de Haedo, como ellos se presentaron, pero tener varios clips en rotación no les quitó la frescura. Si hay algo que caracteriza a ésta banda es precisamente el hecho de divertirse frente a la gente, haciéndolos parte de ese entretenimiento.
La tercera canción fue «La nena monstruo», ejemplo máximo de calidad musical fusionada con ironía y diversión. Los músicos recién entablaron contacto directo con la gente despues de 6 ó 7 temas para saludar, agradecer y confesar el miedo que sentían por estar ante una fecha tan importante. En la performance, eso no se notó.
Una ambientación muy simple, con la nena de la tapa del disco como fondo y luces que se cruzan. Lo más potente fue el sonido, impecable. La multitud que colmó El Teatro cantó todos los temas, del primero al último. Y si bien repasaron los grandes éxitos de su discografía, los más festejados fueron los de «Chapusongs», el álbum que los vio despegar.
Lo mejor que logran es el permanente cambio de climas. El show deja espacio para todos los gustos, desde lo acústico hasta el power total, una chacarera y el más furioso hardcore, como en «Enes», seguido por el gran pogo en «Vomitando flores». Y queda claro que no se sienten estrellas, ya que continuamente mantienen diálogos con la gente y se arrojan arriba de la multitud.
Una excepcional versión de «Cáscara máscara», con interrupción y todo por una equivocación. Pero hasta los errores les salen bien, y simpáticamente lo solucionan.
«Se van a morir», anticipó Pablo. «Les vamos a cantar un tema nuevo». Y así llegó «Chikanoréxica», con un estribillo más pop y pasajes grunge. No deja de sorprender la versatilidad de ritmos e instrumentos, con un Eduardo Schmidt que agita el charango o ejecuta el violin con asombrosa capacidad.
El circense «Ya me voy» cerró la primera parte. «Si gritan mucho, quizás volvamos», pidió Eduardo. Pero no se hicieron rogar: apenas un par de minutos después regresaron para los bises, entre los que se destacaron «Cosa cuosa» (con invitados) y «Esperar».
Para el cierre, como ya es costumbre, la perlita de «Jijiji» a capella y a varias voces. Y dejaron como bonus track un cover de Depeche Mode en la voz del baterista Martín Millán.
Ahora continuarán con la gira por el interior, que los tendrá un par de meses fuera de Buenos Aires. Pidieron perdón por el precio de la entrada ($12) y prometieron tocar gratis dentro de poco. Porque como dice «Chapusongs», «Ellos bailan y sienten / que viven para siempre».