Spinetta y Divididos compartieron el escenario para satisfacción de un público entusiasta: juntos interpretaron un tema de Pescado Rabioso
La imagen cerró el primer fin de semana del Festival Quilmes Rock: Divididos y Luis Alberto Spinetta, juntos, tocando cara a cara un tema de Pescado Rabioso. Algunos pocos ya sabían y otros tanto se lo imaginaban, pero para la gran mayoría de las 18 mil personas presentes fue un regalo del cielo, inesperado y ciento por ciento gratificante. La unión de dos universos, musicales y poéticos, fundamentales del rock nacional que no se habían chocado. El de Spinetta y el de Sumo-Divididos. Fue con «Despiértate nena», casi al final del show de la aplanadora del Oeste.
Ricardo Mollo empezó con un piropo para Pescado y Luis Alberto lo devolvió con un «estoy honrado de tocar con esta aplanadora de sonido». Y se largaron. Y claro, fue demoledor, emotivo y le dio al encuentro que había comenzado el viernes el certificado de festival.
Hacía años que Spinetta no bendecía con su guitarra a algún Caballero de la Mesa Redonda (con perdón de la palabra) del rock nacional. Concentrado en su viaje poético inquebrantable, el Flaco, ese abuelo endemoniado con anteojos, polerita cool y gorra negra, esta vez dio el sí y el público, agradecido. Unos y otros. Porque si bien los que colmaron la tercera jornada fueron los seguidores de Divididos, el aumento del promedio de edad entre los presentes con respecto a los días anteriores, marcó la diferencia de esta fecha. Padres e hijos, juntos como Mollo y Spinetta, cantando eso de «ya despiértate rayo, sube a la nena. Y así verás lo bueno y dulce que es amar».
Un par de horas antes, Spinetta ya había tenido su propio encuentro padre-hijo, cuando al cerrar su set invitó a Dante para la furia de «Post Crucifixión», otra obra rockera de Pescado Rabioso.
El Flaco ofreció poco más de una hora de música para volar, reposado cómodamente en el material de su último disco, «Para los árboles», y en los excelentes músicos que, como siempre, lo acompañan. Y esta vez, más allá de los aplausos espontáneos que provoca el bajo de Malosetti cuando se desata, Baltasar Comotto se ganó una estrella con una guitarra impecable en la demoledora versión de «Ana no duerme».
«Esta canción está inspirada en esos días», dice Luis Alberto, se conmueve, recuerda el final del gobierno de la Alianza, allá por el caótico diciembre de 2001, y se lanza con «A su amor allí».
Lejos, lejísimos del público, Spinetta prefirió ubicarse en el fondo del escenario, pegado a los parlantes y bien cerca de sus músicos (dicen que le gusta poder verlos a todos). Desde allí, habló de paraísos perdidos, imaginarios, posibles. Habló de la Argentina que fue no hace mucho y responsabilizó a los espectadores de su futuro. Y todos respondieron al maestro con cariño.
Después llegó Divididos con su show a prueba de frío, sin fisuras y repleto de riffs que Mollo compuso escuchando (sí, otra vez) a Pescado Rabioso. Hubo perlitas de Sumo (una aceleradísima «Rubia tarada», producto de la elección de los fans a través de Internet), preciosas postales sonoras («Como un cuento», con Araujo en cajón peruano) y los pogos de siempre («Cielito lindo», «El 38», «Paisano de Hurlingham»).
Es extraño, pero aquellas indescifrables letras que escribió el trío en los años 90 (en especial las extraídas de «La era de la boludez») hoy recobran actualidad y hablan de épocas que confundieron a Los Chalchaleros con los Rolling Stones. Debió haber un gran error.
«Mañana en el Abasto» y su psicodelia-folk (con el músico norteño Fortunato Ramos en erque) y el popurrí de Sumo con «El ojo blindado», «Rock & roll», de Led Zepellin, y «Rasputín», todo mezclado, dieron por terminado, poco después de las 2, el primer fin de semana de lo que hasta aquí fue un correctísimo festival porteño.
Así de felices, todos contentos, exhaustos tras ocho horas de música, dejaron el predio. Diez cuadras más tarde, una mesa de pizzería abarrotada resumía la jornada: un papá cincuentón de gestos rockeros le entraba a una de mozzarella mientras le daba una lección de Rock Nacional Uno a su hijo dividido por naturaleza, que escuchaba con atención: «»Despiértate nena» estaba en el segundo disco de Pescado Rabioso. Y después vino «Artaud», que tenía una tapa rara, que no era cuadrada». Pero bueno, ésa es otra historia. De padres e hijos también, pero otra historia.