La Aplanadora del Rock pasó por Colegiales antes de entrar a grabar su nuevo disco. Presentaron tres temas nuevos.
Mollo-Arnedo-Araujo no decepcionaron. Habían prometido repasar todos los éxitos de la banda, y cumplieron con creces. Arrancaron estrenando un tema nuevo, y luego sin orden cronológico, saltearon de «40 dibujos ají en el piso» a «Narigón del siglo», de «La era de la boludez» y a «Gol de mujer».
Divididos pasó por El Teatro (Federico Lacroze y Alvarez Thomas), un lugar ideal para ver estos espectáculos. Por el sonido, por la comodidad de acceso, por la cantidad de personas que alberga. Allá por la mitad del show tocaron «Ay, qué Dios boludo», otro inédito, y más adelante «Villancico del horror», en referencia a la caída de las Twin Towers. El resto, todo conocido, y festejado: «¿Qué tal?», «Capo capón», «Tomando mate en La Paz», «Nene de antes»…
Mollo y Arnedo vestían musculosas negras; Araujo, naranja: el único detalle que evadió de la sobriedad generalizada. El escenario no era más que pantallas blancas, sobre las cuales se proyectaban imágenes constantemente. Poco para ver: el show se centró en la música. A todo volumen, por cierto.
«Es para Luca que lo mira desde el Cielo» coreaban las bandas. Arriba, en una de las paredes laterales, un cuadro de La Ultima Cena coronaba el lugar. Abajo, Mollo gritaba «el 38 está cargado», mientras Cristo miraba sin comprender demasiado de qué se trataba. Era la Aplanadora, habría que explicarle, dejando todo arriba de el escenario, justo antes de entrar a estudios a grabar el siguiente disco.