La banda sueca, insignia del death metal melódico, volvió a la Argentina para presentar «Atoma».
Un infinito de tres años tuvo que pasar para que los originarios de Gotemburgo volviesen a nuestro país. Tres años y, claro, un nuevo larga duración: Atoma. Entonces, sí, una vez más, Dark Tranquillity pisó suelo local.
El show, que esta vez tuvo por escenario un ya tradicional reducto del rock pesado, el Teatro Vorterix, llegó, además, con algunas variantes de formación: al vocalista y líder, el versátil Mikael Stanne, el arengador bajista Anders Iwers, el demoledor baterista Anders Jivarp y – el responsable de las ambientaciones – el tecladista Martin Brandstrom, ante la ausencia Nikklas Sundin, se sumaron los también virtuosos de las seis cuerdas Christopher Amott (Armageddon, ex Arch Enemy), y Johan Reinholdz (Andromeda).
Dark Tranquillity salió a la cancha, apenas pasadas las 21, con «Forcé of Hand», del disco protagónico. Y la audiencia, que no alcanzó para llenar la sala, pero sí para colmarla de pasión, estalló en una ovación definitiva que duraría toda la noche. Stanne, radiante, visiblemente feliz, agradecía una y otra vez al entusiasta público, que lo dejaba sin palabras.
Además de recorrer los más recónditos espacios de Atoma («Atoma», «Forward Momentum», «The Pitiless», «Encircled», «Crealing Skies»), la banda aprovechó para repasar algunos de los momentos más importantes de su historia: entonces, sonaron «The Science of Noise», «The Silence in Between» y «What Only you Know», de Construct (2013); «Final Resistance», «Monochromathic Stains», «The Treason Wall» y «White Noise/Black Silence», de Damage Done (2002); «Terminus (Where Death is Most Alive)», «The Lesser Faith», de Fiction (2008); «The Wonders at Your Feet», de Haven (2000); y «Therein», de Projector (1999).
El gran cierre llegaría casi dos horas más tarde, con tres piezas inevitables: «State of Trust», «Through Smugged Lenses» (del hasta ese momento intocado ‘Character’, de 2005) y, finalmente, el mega clásico «Misery’s Crown».
La perlita: ya con el telón cerrado, Stanne bajaría del escenario para abrazar afectuosamente a sus fans e, inmediatamente, volver al escenario y, al borde de las lágrimas, agarrándose la cabeza en gesto de incredulidad, agradecer una y otra vez por la velada. Porque, lo había dicho previamente: «Estamos muy lejos de Escandinavia, pero llegamos acá y es como estar en casa».