La banda inglesa de rock y metal progresivo liderada por los hermanos Daniel y Vincent Cavanagh volvió a la Argentina para presentar «The Optimist», su disco más reciente.
En los últimos años, Anathema ha trabado una relación intensa, especial con el público local. A tal punto que, en su último disco, el sexteto incluyó un clásico cántico popular, grabado en vivo y en directo en su show de 2015 en el Teatro Vorterix. En este contexto, y con la ansiedad de revivir aquel momento, la banda completada por Jamie Cavanagh (bajo), los hermanos John (percusión y batería) y Lee Douglas (voz), y el multi-instrumentista portugués Daniel Cardozo (batería, percusión teclados), visitó nuevamente nuestro país.
Apenas pasaron las 21. Mueren las luces y, entre ovaciones, comienza a sonar «San Francisco». Las siluetas comienzan a dibujarse sobre el alto escenario de Groove. Los aplausos y gritos arrecian. Las luces apuntan, ahora, a la audiencia, y Vincent arenga al borde de la tarima. El público redobla el alboroto. De pronto, silencio absoluto: los reflectores sobre Daniel, el Cavanagh mayor, y su guitarra: arranca «Untouchable», la pieza en dos actos que abriera el gran ‘Weather Systems’ (2012).
Aunque la sala no está a tope, está repleta de fieles de todas las horas. La alegría de Vincent es indisimulable. Cuenta lo feliz que se siente, adelanta que será un show largo, y anuncia que, ahora así, se viene un bloque de canciones nuevas. Entonces suenan, fuerte y claro, y en orden como en el disco, «Leaving It Behind», «Endless Way.s» – con la angelical Lee Douglas al frente -; y la que da al nombre al disco: «The Optimist»
El show se dividirá, implícitamente, en dos: una primera parte de sonidos más suaves y espaciales, con piezas de la era fundada con ‘We’re here because we’re here’ (2010); y una segunda – y repudiablemente breve -, de auténticos clásicos. Pasan, entonces, «Thin Air», «Lighting Song», «Dreaming Light», «Can’t Let Go», «The Storm Before The Calm», «The Beginning And The End», «Universal», Dany –para no perder la costumbre- se enoja y putea al iluminador, se cuela «Closer».
Y entonces, llega el momento: el guitarrista queda solo, parece desorientado, se impacienta, mira para atrás, no ve a nadie, se ofusca. «Ah, ya sé», dice, y se pone a tocar «Wish You Were Here». Reaparecen, lookeados con camisetas argentinas, le pasan una a Dany, que se cambia mientras Vincent toma la palabra: «Desde que los incluimos en esta canción estamos esperando este momento. No quisimos tocarla antes, es la primera vez que la vamos a hacer en vivo.» Y, claro: la que viene es «Back To The Start», aquella que incluye el viejo y conocido cantito de cancha… La emoción se acumula, el coro toma aire y a la señal de los músicos, la audiencia estalla en una sola voz: «olé olé olé, olé olé olé olá, oh, Anathema, es un sentimiento, no puedo parar». Vincent se agarra la cabeza, visiblemente emocionado. Dany dirige la orquesta, más revoltoso que de costumbre. El himno se repite al ralentizado tempo de la pieza, después más rápido, y más rápido aún, hasta culminar en una inmensa ovación que, sin dudas, configura el momento más alto de la noche. más tarde, el introvertido guitarrista dirá: «fue increíble, me sentí como en una película». La sección culmina con «Distant Satellites».
«Si conocen esta canción, quiero que griten como locos. Y si no la conocen, se pueden ir a la mierda», recomienda – palabras más, palabras menos -, el siempre amable guitarrista. Así, con el inevitable riff de «Deep», dará comienzo el virtual segundo segmento, el de piezas clásicas. Siguen «Lost Control», «Destiny», la hermosa «A Natural Disaster» y, para cerrar a toda máquina, sin bises y a más de 2 hs del inicio, la ineludible «Fragile Dreams».
La nueva visita de Anathema a la Argentina no termina, sin embargo, sin un más que feliz anuncio: planean volver el año que viene.