La cantautora More Gemma celebra diez años de carrera y presenta su cuarto álbum, “El amor y sus interrupciones”: un rejunte de canciones armoniosas y tranquilas que se centran en la transición de un corazón roto que busca sanar.
Además de este reciente y gran material que muestra una nueva evolución sonora, More cuenta además con otros tres interesantes discos de estudio: “Será cuestión” (2008), “En vela” (2011) y “Respirar” (2014).
En cada uno de sus trabajos, la compositora y poeta ha demostrado siempre arriesgar a más, pasando por distintas estilos: pop, acústico, rockero, melódico, pero con una constante prioridad en las letras.
El viernes 22 de junio festejará su década de carrera en el barrio porteño de Palermo.
En este disco se puede sentir en tus letras esa nostalgia y dolor que hay cuando se atraviesa una cicatrización emocional hacia algún tipo de recuperación, ¿lo construiste desde ese lugar triste pero esperanzador?
Todos mis discos han sido personales. Cambié tanto en estos diez años que cada disco fue personal en el momento de vida en que los compuse y los grabé. Por eso son tan distintos uno de otro. “El amor y sus interrupciones” fue el largo invierno de 2016. Un invierno atravesado por una interrupción dolorosa, pero también un gran umbral desde donde entender y experimentar el amor de una manera novedosa. Fue un tiempo de cierre y comienzo, llorar, recuperar los pedazos rotos, descubrir la carta en la manga y volver a dar. Esas canciones fueron la manera de sobrevivir, de reconfortarme, de reinventarme.
En cuanto al sonido, también se nota que es más arriesgado, no es tan rockero como lo fue “Respirar”, pero esa calma también lleva a una evolución melódica, que demuestra que ninguno de tus discos es parecido al anterior y eso resulta siempre interesante.
Este álbum es definitivamente más arriesgado que los anteriores. “Respirar” ya había sido expansivo, un salto cualitativo, un sonido de banda muy nuevo, homogéneo y más rockero. En “El amor y sus interrupciones” dimos un paso más a nivel producción: menos elementos, más aire, más movimiento en materia de groove. Y algo que fue una apuesta: el tempo de las canciones. Decidimos no correr, hacer un disco mid-tempo que le diera espacio a las letras y a la música. Creamos más atmósferas, no le tuve miedo al espacio “vacío”, a que no hubiera una melodía todo el tiempo robando protagonismo. Creo que es un disco equilibrado. Y por otro lado, tomamos decisiones en función a cada canción. El caso más claro es “Turandot”, en donde grabamos sólo piano y batería, un dúo llamativo que no había usado nunca, pero que ahí está y le da esa atmósfera que le cuadra perfectamente.
Cumplís diez años de carrera, ¿qué cosas cambiaron en vos como música y poeta desde aquellos comienzos?
Diez años! Tan lejos y tan cerca. Hace diez años pensaba de este momento actual algo muy diferente. Idealizaba este andar siendo música. Pensaba que existían conceptos como “éxito” y “fracaso”. Que “éxito” serían las salas llenas, que las canciones debían sonar en las radios. Hoy, tengo otras cosas por las que celebrar que nunca imaginé. Logré armar un equipo de trabajo tan maravilloso, una familia que es mi maquinaria del amor: mi manager, los músicos que me acompañan, las reinas que manejan la prensa. Cambié porque crecí. Porque me deshice de mandatos, porque me di cuenta que no debía poderlo todo, aprendí a delegar, a dejarme producir, a defender también mis ideas. Aprendí a equivocarme y no ser tan dramática al respecto, a no darme tanta importancia, a hacer del hacer música un oficio y un trabajo. Aprendí a ser más transparente, a escuchar mis tiempos y respetarlos.
¿Qué momento es el que más recordás en tu carrera en estos diez años?
Qué difícil. No creo que tenga uno sólo. Es una suma redonda. Probablemente, si el 23 de junio me preguntás otra vez, te voy a decir que el día anterior, el 22. Porque sé que va a ser una fiesta inolvidable de presentación de disco y de celebración de diez años haciendo discos. Sé que va a ser un hito memorable para mí, de mi historia y de mis conciertos.