Reducida en nuestro país a un puñado de publicaciones de las cuales muy pocas son realmente especializadas, la prensa dedicada al rock adquiere en otros países una dimensión que muy pocos sospechan. Como parte integral de un movimiento dueño de gran poder, este sector del periodismo goza de una importante cuota del mismo que, en muchos casos, no vacila en utilizar.
El público local, debido a las particulares condiciones de aislamiento en que ha vivido durante los últimos diez años, no puede apreciar cabalmente la verdadera dimensión que el poder de la prensa —oral o escrita— alcanza en otros países.
Dentro de la prensa internacional dedicada al rock, existen dos corrientes perfectamente identificables: la estadounidense y la inglesa. La primera se caracteriza por la calidad gráfica de la mayoría de sus publicaciones, la preminencia del material fotográfico por sobre el escrito (salvo excepciones) y el énfasis que muchas de ellas ponen en ciertos detalles extramusicales.
La prensa británica en cambio es autoritaria, narcisista y despótica. algo que salta a la vista inmediatamente al hojear publicaciones como Melody Maker o Record Mirror es la enorme importancia que adquiere a través del material publicado la figura de cada periodista. A menudo, el lector concluye la nota sabiendo más sobre el autor de la misma que sobre aquél a quien está dedicada y no es raro que el nombre del entrevistador aparezca en letras tan grandes como el del entrevistado.
Otra de sus características sobresalientes es su enorme gravitación comercial; ésta alcanzó su punto más alto durante la década del setenta, cuando cualquier grupo inglés sabía que su consagración o su ruina dependía en buena parte de la actitud que la prensa inglesa tomara hacia él. Por ejemplo, cuando los U2 luchaban por «romper» la escena de su ciudad natal (Dublin), uno de sus integrantes fue persuadido por un amigo de viajar a Londres y entrevistarse con los popes de la prensa musical inglesa. Bond viajó efectivamente a la capital británica munido de gran cantidad de cintas demostrativas y gacetillas periodísticas; allí se entrevistó con seis periodistas de primera línea y logró que Paul Morley —en ese momento uno de los todopoderosos representantes del periodismo musical de la isla— publicara una importante nota en Record Mirror. El resultado fue un inmediato ascenso del grupo pero sus integrantes bien sabían que, si la excursión hubiera resultado de otro modo, probablemente aún estarían recorriendo clubes irlandeses por dos libras cada noche.
IGNORANCIA MUSICAL
Morley aún es periodista y se dedica al rock pero considera que los tiempos han cambiado y que la prensa inglesa ha perdido buena parte de su importante influencia. ¿A qué se debe este cambio? Pues en gran parte al imperio de la nueva música. Aunque grupos como U2 aún tienen importantes chances dentro del mercado musical inglés, el público se inclina marcadamente hacia grupos como Culture Club, Duran Duran o Spandau Ballet. Los seguidores de esta nueva corriente musical son quizás el público más joven que el rock haya tenido y más que los sarcasmos o las especulaciones metafísicas de periodistas maduros, les interesa contar con buenas fotografías de sus ídolos para colocar en las paredes de sus dormitorios.
Richard Williams fue editor de Melody Maker (la publicación musical más antigua aún en circulación) entre 1978 y 1980 y considera que la historia de la prensa musical inglesa «se parece mucho a una carrera de caballos: siempre hay uno qué va varios cuerpos adelante de los otros y, cuando menos se lo espera, algún desconocido arremete desde el fondo y lo pasa cómodamente». El actual editor de la mencionada publicación, Michael Oldfield (nada que ver con el músico), considera en cambio que la historia de la prensa musical británica puede ser definida tranquilamente como «la más larga cadena de desaciertos y muestras de ignorancia musical: ignoramos el fenómeno Frank Sinatra y le auguramos un desastre a Elvis Presley cuando presentó su primer simple.
DONDE ESTA EL FUTURO
Smash Hits es una de las denominadas «nuevas revistas inglesas» que más éxito alcanzó durante los últimos años.Fue fundada en 1978 por Nick Logan responsable en buena parte de los años más gloriosos del New Musical Express. «Durante muchos años quise hacer algo diferente», explica Logan, «pero las características del NME —edición semanal, en blanco y negro y con un papel muy tosco— no me dejaban llevar a cabo mi plan. Por eso creé esta revista; es una publicación sencilla, mensual y no quiero que crezca demasiado para que no escape a mi dominio».
Sin embargo, Smash Hits no era del todo lo que Logan quería de modo que fund6 una nueva revista llamada «The Face». Esta publicación sintetiza perfectamente las demandas del nuevo público del rock. Logan recibió varias ofertas millonarias de parte de sus colegas para que «saliera de circulación». Aunque la revista no tira más de sesenta mil ejemplares todavía, se ha convertido en una de las publicaciones más atractivas de ambos lados del Atlántico. Logan no sólo no está dispuesto a «salir de circulación» sino qae desea demostrar a sus colegas que es hora de dejar atrás la egomanía y el lucimiento personal, porque si la época de las superestrellas musica les quedó definitivamente atrás, las superestrellas periodísticas hace mucho que dejaron de interesar. «Dicen que mi nueva revista tiene sólo sesenta mil lectores entre cincuenta millones de personas», dice Nick Logan, «pero esas sesenta mil personas son lo más importante del público musical inglés. Son los que verdaderamente saben qué se escucha, dónde está el futuro y lo que conviene escuchar».
Todo parece darle la razón a Nick Logan porque en tanto Sounds sigue insistiendo con el heavy metal y el hardcore, y Melody Maker corre desesperadamente tras los lectores de Smash Hits, solo New Musical Express (la publicación más prestigiosa) emplea su tiempo y esfuerzos en hacer algo positivo: cambiar.
