Antes de su show en el Pepsi Music, Antonio Birabent habla de su bohemia, el dandismo y la relación con su obra. La entrevista de Guillermo Zaccagnini, para Clarín.
Lo porteño es una de las fijaciones de Antonio Birabent. Estrenó Tiempo y espacio y lo mostrará hoy en el Pepsi Music. Ahí hace la de turista falso para pasearse por los arrabales menos trillados. «Lo del extramuro, lo lejano al Centro, el arrabal y las orillas me interesan como demostración de que la transformación no es pareja. Pero mi obsesión por la ciudad es de toda la vida», dice.
Antonio produjo el disco junto a Leha y Ezequiel Araujo. Araujo estaba trabajando en la previa del Otro día en el Planeta Tierra, el flamante CD de Intoxicados, y se le ocurrió que Pity hiciera una excursión por la obra de Birabent. «Pity es un tipo que me gusta mucho como intérprete, para mí es un gran cantante. El tipo se entusiasmó, vino y cantó con una precisión y una claridad notorias». A simple vista no parece que estos dos tipos tuvieran mucho que ver. El pibe de la Piedrabuena desdentada y el dandy bohemio de Palermo. «No construí esa imagen. Siempre es normal que cuando uno tiene una faz pública hay personas que vislumbran eso. Me parece inevitable y lógico. Pero no creo ser bohemio. Soy un laburador de la música y muy poco bohemio. Y mis momentos de dandy son mínimos».
Surcando el camino que Moris —también invitado— ayudó a pavimentar hace años, Antonio se detiene en lo más fotográfico del autor de El oso y, dice, se emparenta con el «sencillismo» de Baldomero Fernández Moreno, tornando extraordinario lo cotidiano. «Lo sencillo me parece un gran lugar para estar. Creo que todos somos muy comunes y cada persona tiene un gran plan. Y ese plan por ahí es muy chiquito, pero grandioso».
En una entrevista dijiste que con los discos previos a «Buenos Aires» eras más inasible para el público. ¿Cómo te sentís en este último?
Me refería sobre todo a Azar, a Anatomía y Anatomix. Creo que cambia con Cardinal y Buenos Aires. En Tiempo y espacio pasan las dos cosas: hay gente común, como dice una de las canciones, y momentos de abstracción, donde mi percepción de la realidad la trastoca e invento otra realidad para mí mismo y, por ende, para cualquiera que escuche la canción. Creo que coexisten ambas cosas en el disco y que esa es una buena definición de lo que es mi vida: más que el dandismo, es esta ambivalencia de una persona terrenal.
Pero el dandismo tiene que ver con los placeres terrenales.
Sí, tiene que ver con saber disfrutar eso. No me creo un gran disfrutador. Tengo que hacer un trabajo. Me resulta más sencillo ante la salida de un disco decir «bueno, mi disco numero nueve…». Pero me sale «bueno, hay que trabajar, hay que difundirlo».
No sos un gran vendedor de discos pero sos muy conocido. ¿Cómo te llevas con eso?
Es verdad. Es algo que está incorporado a mi vida. Hace muchos años que hago cosas que me hacen ser una persona conocida.
¿Puede ser que la gente no sepa muy bien qué es lo que hacés?
Yo creo que la gente sabe bien. O imagino que sabe. No sé. No tengo tanto misterio como para poder pensar eso. La gente no sabe dónde esta Bin Laden, pero yo camino por la calle, hago música, actúo. ¿Cuál es la rareza?