Después de 25 años, se disolvió la mítica banda olavarriense-azuleña. La entrevista de Guillermo Del Zotto, para el diario El Popular de Olavarría.
«El rock, hoy, es mi enemigo». De esta manera terminante justifica, en parte, Miguel «Chule» Mugueta la desaparición de la banda que lideró durante 25 años. La Patada, nacida en plena dictadura y símbolo luego de la resistencia regional, dejó de hacer rock para siempre. El último recital pasó sin pena y sin gloria, hace algunos meses, por uno de los tantos boliches que también arrastró la crisis.
La banda nació en 1978, «años difíciles sobre todo para los que militábamos en la UES (Unión de Estudiantes Secundarios). Cuando el rock tenía todavía su esencia contestataria». Y se disuelve, justamente, en tiempos difíciles. En otras circunstancias, sí, pero donde además el rock -según Mugueta- «dejó de ser significativo». Tanto como para afirmar: «si yo tengo que poner hoy al rock en algún contexto, lo pongo en el de mi enemigo. Una cosa totalmente absorbida por el sistema». Otras de las cosas que motivó la separación fue «la necesidad de construir otra etapa», ya que Mugueta está en pleno armado de una banda de blues.
«La Patada después de 25 años -agregó Mugueta- cumplió un ciclo. Pasó por diferentes etapas de lo que fue el rock y de los distintos momentos culturales de la región». Se refiere básicamente a movidas que quedaron en la memoria de muchas personas, como el épico recital de un por entonces desconocido Sumo en Racing Club o el igualmente recordable show de Los Redondos de Azul. Eventos con los que a Mugueta le divierte descubrir que, «con el tiempo, aumenta la cantidad de público. En realidad fueron pocas personas. Pero hoy preguntás y casi todos te dicen que estaban…».
-¿Cómo fueron los comienzos, allá por los setenta en Azul?
-Héctor «Ruso» Maniandés, poeta y escritor, fue el bajista y letrista fundador de la banda. En la primera guitarra se acopló «Metro» Messineo, en batería el «Gato» Dilorenzo y yo en segunda guitarra. A los pocos meses de comenzar quedó luego en la batería Daniel Iarussi. Cuando llegaron los ochenta, comenzamos a organizar eventos con gente de Olavarría, entre ellos Quique De Olazo.
-¿Con quiénes se hace olavarriense la banda?
-Nosotros habíamos venido a tocar un par de veces. Y la gente de Olavarría iba a Azul. Pero el desembarco más importante fue con Sumo en Racing. Después yo vine a estudiar a Olavarría y la banda ya no tenía al bajista y fundador. También viene «Metro» Messineo y resolvemos reanudar convocando al guitarrista por excelencia en ese momento, «Charango» Torres. Encajaba perfectamente, más allá de venir del pop y del folklore. Luego fue el momento de elegir baterista, lo que costó bastante. Pasaron Roberto Peyrano, «Tito» Roselló y hasta estuvo la posibilidad de que lo haga Miguel Galgano. Finalmente quedó Germán «Bachola» Saavedra. Es una formación que dura mucho tiempo. Hace algunos años, después del disco «Bares y cantinas», se fue «Metro» Messineo y convocamos a otro olavarriense, Mauricio «Fichero» Mentasti. Un excelente bajista que ayuda a lograr la formación más creativa hasta que se va, hace unos dos años. Fue un golpe muy fuerte porque no lo pudimos reemplazar, a pesar de contar con «Guyi» Mieri, que es un excelente músico.
-¿Cuál es el testamento que queda de la banda, después de un cuarto de siglo?
-Hay un cassette donde tocamos junto con Sumo, en el garaje de mi casa. Después de tocar en Racing, salimos en colectivo para Buenos Aires y pasamos por Azul. Fuimos a mi casa y cuando abro el garaje estaba todo el equipo preparado. Fue una zapada a las tres de la mañana, una zapada con quejas de vecinos y la voz de Luca (Prodan)… una pieza de colección. También tenemos grabada una guitarreada criolla con Los Redondos en Azul. Y también quedan otras cosas… por ejemplo haber creado el Azul Rock. Una movida que finalmente fue tomada por los políticos.
***
Por último, Mugueta habla de su propio proyecto después de La Patada. Una banda de blues «porque es algo que siempre quise hacer». Y lanza una nueva hipótesis para razonar la separación: «Hubo, creo, dos proyectos importantes en el rock y pop de la región. En Olavarría Can-Can y en Azul, La Patada. Ninguno de los dos pudimos avanzar y mantener una historia».