Para el tecladista «Cucho» Parisi, Los Auténticos Decadentes «acumulan discos e historia como para merecer respeto». La banda vuelve a las bateas con «Club Atlético Decadente». La entrevista de U.G. Mauro, para La Capital.
«Nosotros somos del rock, sin vueltas. Pero tomamos del tango cosas del folclore de la calle, no lo de nuestros padres o abuelos, por eso el componente de nuestra música tiene esa cosa del humor», expresó a La Capital Gustavo «Cucho» Parisi, tecladista de Los Auténticos Decadentes, a propósito del particular estilo de esta banda que por estos días lanzó al mercado su octavo disco de estudio, «Club Atlético Decadente».
-¿Lo de la pertenencia al rock no admite discusión?
-Y…bastaría con mirar un poco nuestra historia, nuestros comienzos. Lo que hacemos se basa en una concepción del rock más alegre, que tuvo su inicio allá por los 80 y que, si se mira bien, hoy sigue vigente en propuestas que van desde Rubén Rada a algunas cosas como las de Los Piojos, Bersuit, Babasónicos y hasta Catupecu. Volviendo a lo del tango, cuando nosotros grabamos con Alberto Castillo buscamos resaltar la alegría.
-¿Coincidís con eso de que los argentinos, por lo menos los de las grandes ciudades, somos irremediablemente tristes?
-En los últimos años, y más después de la gran crisis, la gente manifestó su necesidad de aflojar un poco y divertirse. El rock se contagió mucho de la alegría futbolera.
-¿Les gusta cargar con la imagen de grupo que sólo busca la alegría y la fiesta?
-Es como que la imagen ya está. Pero si se escucha un poco más atentamente lo que hacemos, se puede apreciar que detrás de muchos temas nuestros están las historias de desamor, de otras cosas, algo que no se ve sólo en un disco particular sino que viene pasando desde hace mucho en nuestro trabajo. Es cierto que lo más visible es lo alegre, pero en nuestros discos siempre hay algún vino triste, como hubo cosas melódicas en vez de rítmicas, y lo social no contestatario en el sentido intelectual, pero sí popular. Nuestra parte oscura, hablando del dolor, también estuvo siempre, pero en definitiva, por lo menos para mi, en esto los rótulos no sirven para nada.
-¿Creés que queda algo del espíritu rebelde del rock?
-El rock nació como una actitud, era rebeldía, quería cambiar el sistema, pero creo que hoy nos olvidamos de todo eso. La semilla está y lo heroico de la actitud original hoy está en sudar la camiseta…
-¿Qué pasa cuando en un festival deben enfrentar, si o si, a un público rockero más purista?
-Nosotros casi no hemos tenido malas experiencias, antes podían volar un par de naranjazos (risas), pero creo que el peso de una historia y los discos hoy nos suman respeto. Todo es muy relativo, pero a nosotros nunca se nos da de tocar antes o después, por ejemplo, de un grupo heavy. Además la gente aprendió mucho y está más permisiva y acepta otras cosas y convivir en recitales con distintos. Ciro, de Los Piojos, que es mucho más rockero que nosotros y llena estadios vino a tocar con nosotros en la celebración de los veinte años.
-¿En qué momento Decadentes decide adoptar esta línea?
-Aunque venimos de lugares muy under, siempre tuvimos la onda de divertirnos, pasarla bien con cosas muy funk. En lo musical, lo de ser una big-band viene de la influencia que todos tenemos del ska, el reggae. Soy un coleccionista de música, compro vinilos viejos de mucha gente que nos gusta y las influencias son tantas que hasta las películas de Porcel están presentes en cosas como «Somos los piratas».
-¿Qué reflexión les merece el ser un grupo popular convocado por la clase alta para animar sus fiestas?
-Es real. Hemos animado fiestas privadas importantes organizadas por Ginobili, por Diego Maradona y muchas cosas que para nosotros son memorables, pero es algo que también le pasó a Ricky Maravilla, una cuestión de moda en la que juega el hecho de que somos un grupo que sabe divertir a la gente.
-¿La alegría futbolera llevada al rock no puede ser peligrosa?
-Este es un país futbolero y es difícil separar las cosas. Cuando fue lo de Cromañón pasó eso, pero podría haber pasado en un estadio. Yo mismo, antes de eso, pensaba qué bueno y divertido era ver las bengalas. Quiero decir que le hubiera podido pasar a cualquiera, porque ningún artista -y hemos tocado en piringundines que asustan- prevé esas cosas antes de salir a escena y el que lo diga, miente. Son cosas que tuvimos que aprender.