En su nuevo trabajo, los Zumbadores sorprenden con su crecimiento musical.
«Hijo de la barbarie», el segundo disco de Zumbadores, el quinteto de La Paternal, trae una grata sorpresa. Uno, desde la ignorancia y el prejuicio, esperaba un disco con covers rockeritos de Los Redondos camuflados. Pero alcanza con escuchar la primer línea de la primer canción para reconocer el error. Es que estas canciones no recorren los lugares comunes que transitan ese puñado de bandas que tomaron a la obra de Patricio Rey como principal fuente de inspiración. Los samples, el banjo, la gaita y los vientos de Dancig Mood le aportan diversidad y calidad de vestuario a una docena de tracks que apartan a Zumbadores de la mezquina pose del rock barrial. Acá es incuestionable un notable trabajo en la composición y la producción de las canciones.
El protagonista central de esta placa es el rock crudo con condimentos tecno («Adicto», «Pastillas», «Psicodealer») y su principal contrafigura es la melodía pop («Un tío de la hostia», «Esclavo feliz» y «Piernas de oro» cuya poética remite a la de Joaquín Sabina). Hacia el final hay una historia tumbera hecha canción que se titula «Una temporada en el infierno» donde se el cantante Alejandro Fassi exhibe su talento como letrista. Asimismo, la voz de Coco se amolda sin esfuerzos a los diferentes clímax que arman el resto de los músicos. La placa cierra con un cover de Siniestro Total a modo de bonus track («Bailaré sobre tu tumba»). Se trata de un ska rock que parece un poco descolgado con respecto al resto de la obra, que parece tener un sustento conceptual en la oscuridad de las letras.
Pasaron dos años desde la salida de «Frutilla y almeja» (2004), el disco debut del conjunto, qué, según sus palabras, se dedicó a armar esta producción «frente a la imposibilidad de tocar en vivo». Evidentemente fueron dos años de destacada inspiración.