La banda cordobesa finalmente editó su LP con diversidad de ritmos y claridad ideológica.
Casi 10 años de trayectoria, tocaron en todos los escenarios locales y fueron consagrados como la banda más importante de la provincia por convocatoria y permanencia en los primeros puestos del rock local. Podría decirse que son una de las bandas punta de lanza del movimiento under cordobés. Armando Flores, con varios EP y grabaciones en vivo, se les reclamó durante mucho tiempo la edición de un disco con todas las de la ley, que al fin llegó.
En la primavera del 2004, juntando monedas y horas de grabación en un estudio de Buenos Aires, comenzaron a darle forma a la placa más esperada. Con el apoyo de sus propias espaldas y la UMI, en octubre de este año el disco vio la luz en un show en el mismo lugar que los vio crecer: el 990 Arte Club. Ante su gente y con la complicidad de conocerse «desde siempre», mostraron su plantación de clásicos y la totalidad de «Cosecharán».
De Carros y Floreros
«Cosecharán» es un disco de 16 temas que van desde el reggae hasta el rap, con una fuerte base funk a cargo del bajo del Ají Rivarola, que marca el pulso de la banda siempre al frente. En Carro, primer track, Armando Flores comienza a pintar los paisajes más desoladores de la realidad al ritmo de un son cubano. Relatando la historia del cartonero argentino, te dan un cachetazo de verdades desalentadoras para que al reponerte busques el remedio.
Los relatos crudos se continúan en el tema que da nombre a la placa, pero esta vez con color latinoamericano. El reggae Cosecharan repasa cinco siglos de explotación y las «penas que nuestros hijos cosecharán». Pero no todo es pesimismo, al grito de «Avanza» (tema 3), con influencias de Mano Negra, apelan a la conciencia individual. Convocan a dejar de sufrir, llorar, morir y esperar; y a encontrar un presente lleno de esperanza que se pueda cambiar.
Hasta aquí un disco contundente, unido por el hilo de la ideología que nuclea a los Armando. Con un sonido impecable y un trabajo de edición que nada tiene que envidiar a las producciones que aterrizan desde la Capital. El funk rapeado de «Nos han pelado» vuelve a criticar la política argentina y se animan a coquetear con la milonga y el tango, sin caer en el status quo de la protesta habitual teñida de recursos trillados.
Si de ideología hay que hablar, no podrían faltar las eternas alusiones a la marihuana en temas como «Caño» (muy probado en vivo, por cierto), «Toke de papuza» y «Cosa rara». Esta banda comprometida en la lucha por la despenalización y la organización para la prevención de daños provocados por el consumo de sustancias, muestra su postura también con sus canciones. Quizás el reflejo más fiel sea precisamente «Cosa rara», donde un minuto de rap alcanza para explicar lo que ocurre a diario.
Con voces de vendedores ambulantes y un contundente reggae van «buscando la forma novedosa que nos saque ahora de esta perdición». Una canción que habla de algo tan sencillo y a la vez raro de encontrar por estos días: trabajo bien pago y políticos honestos. Soñaba cuenta el regreso del hijo que se fue y sueña con volver a su madre, a su tierra; con guitarras influenciadas por Carlos Santana y una melodía latina que sustenta la voz que parece quebrarse por la melancolía en cada estrofa.
«Indecisión» es un ska al mejor estilo Cadillacs de la primera hora, pero con el marcado sello de la banda. Luego, «Soneto», con letra de Bernardez y música de Carlos y Ají Rivarola, que conjuga elementos del folclore rioplatense y peruano.
Si fuera poca la fusión, también incursionan en tierras donde el sol arrasa con desiertos de arena y las odaliscas danzan en «Noche azul». Como una especie de tributo al rock nacional de finales de los 80´s, «Esa luz» recuerda por momentos la guitarra de Skay, el bajo del Zeta Bosio y algunos matices de Git en su máximo esplendor.
El disco llega a su final con un himno de la banda, «Don Eufrasio». La historia de un albañil que piensa cómo llegar a fin de mes mientras fuma Mariposa y se lamenta con el autóctono «Che Culiao» (a veces utilizado para referir a este clásico del rock con tonada cantada). Claro que para esta ocasión, se vistió de gala y con algunos ajustes de tuerca fue incluido en el disco.
La banda se despide con «Si vale la pena», un funk–milonga y lamento latino donde la voz del Ají desconcierta y contrasta con la base rítmica. Una pregunta reiterada a la hora de decidir si continuar por este camino o retirarse a descansar bajo la sombra de los floreros. Una milonga final a modo de bonus track, te insita a volver a apretar el play de tu reproductor para escuchar una vez más todo desde el comienzo.
Un disco completo, difícil de encasillar pero que por sobre todas las cosas le ajusta a la banda la última pata floja de su historia. Armando Flores ya tiene disco, el alma esta tranquila pero no serena, porque el peregrinar de estos músicos no ha tocado la tierra prometida. Todos los aplausos y los laureles para esta gran banda cordobés.