Una Cimarrona
Topo: batería
Dani Chaia: derbake
Sole: bombardino
Germán: euphonio
Leo: trombón
Eduardo: corneta
Chapu: trompeta
Franco: violín
Esteban: clarinete
Biografía de Una Cimarrona
En el agitado fin de año de 2001 se formó esta fanfarria con la intención de «tener una banda que no necesitara amplificarse para tocar en la calle y poder desplazarnos si fuese necesario». Uno de los chicos, durante los entusiastas y concurridos ensayos a la vera del río Paraná de Rosario la bautizó “Una Cimarrona”. Así se denomina a las fanfarrias callejeras en Costa Rica.
Este encuentro fue en muchos niveles ya que; había gente que tocaba desde hacía mucho tiempo, y muy bien, y estaban los que, en el afán de sumarse tomaron un instrumento casi desconocido. Los gustos musicales, también diversos, dieron un resultado gustó a todos y la algarabía les llegó muy pronto.
En su primer década de vida hubo muchas fiestas y mañanas tocando en la peatonal del centro de la ciudad. «Son de los mejores recuerdos en nuestro haber. Tuvimos con Control Urbano de la Municipalidad la misma relación que tenía Don Ramón con el Señor Barriga, en la vecindad del Chavo del 8». Luego llegaron los viajes, las temporadas de convivencia, y los cambios de formaciones. Hubo deserciones, portazos, y reemplazos. Nuevas caras que devenían en nuevos músicos y amigos. Más de 27 personas pasaron por el grupo, en aquel momento.
En 2011 decidieron festejar sus 10 años de existencia.
«Una Cimarrona es una fanfarria, o sea, una formación musical compuesta mayormente por instrumentos de viento, bronces en su mayoría; trompetas, trombones, bombardinos, eufonios, y otros. En nuestro caso tenemos un clarinete y se nos infiltró un violín. También está la parte percutiva, nosotros con el tiempo pasamos de tener un bombo con platillo a tener una mini batería así como también ya muchas de las veces que tocamos en vivo usamos una batería corriente. También tenemos una percusión, que es el derbake, un tambor» (La Capital, diciembre de 2014).
Una Cimarrona supo construir una identidad propia, y a la vez, colectiva, íntimamente ligada a la ciudad, pero imbuida, a la vez, de ritmos gitanos y circenses, propios de escenarios lejanos, Rumania, Macedonia y Pakistán, entre otros.