Falso Primer Ministro
Integrantes
Teresa Tomatti: voz
Daniel Campagna: guitarra
Francisco Lagomarsino: bajo y programaciones
Biografía de Falso Primer Ministro
La historia de la banda, según su info de prensa:
«Alealandia» (yuxtaposición de las palabras «aleatorio» y «lugar de», algo así como «La tierra del azar») es una certera vivisección, que puede incluir tanto las enseñanzas de popes del canon como Pet Shop Boys o Erasure como los paisajes envolventes de Moondog; el noise amigable de My Bloody Valentine, y la música académica.
«Quién sabe qué vendrá/ los días de viaje/ monedas sin caras/ girando en el aire», asume la cantante Teresa Tomatti en «Días de viaje». Los azares («Días de viaje»); el nonsense del corazón («Tonto corazón»), y las presencias en ausencia («Alealandia», «Serpentario abandonado», «Las islas») son los tópicos que se repiten en la letrística del bajista y compositor de la banda, Francisco Lagomarsino.
Sobresale «Serpentario abandonado», una obra mayor, de relevancia universal, que sugiere un encuentro fortuito -pero intensamente anhelado- entre dos amantes. «Aún sabiendo qué decirnos/ quedaríamos callados», confiesa Lagomarsino.
Los zumbidos de los osciladores, los bajos punzantes, las guitarras ultra-procesadas, los pianitos algo góticos (¿ejecutados con un solo dedo, a lo Andrew Fletcher?), remiten a cierta oscuridad autocelebratoria, de fina estampa, en sintonía con la escala berlinesa de David Bowie, Roxy Music o Big Star.
Hay en el disco, sin embargo, orquestaciones demasiado recargadas, que impiden apreciar los distintos elementos de la textura. De hecho, la voz encuentra su espacio en las canciones más «simples» (menos sobrecargadas), como la acústica «Alealandia» o el vals «Tan discretamente». Es que demasiados efectos en la voz y en los planos terminan por saturar y «deshumanizar» canciones que no son de raigambre tecno, y que podrían rendir más en otros formatos.
¿Y si tocaran sin máquinas? Por momentos el grupo parece empecinado en seguir trabajando con secuencias (concepto que ya explotaron en los ‘90), cuando la complejidad de sus letras, sumada al modo en que ellos mismos ejecutan sus instrumentos, parece estar llamándolos a otra misión: rock, rock, rock.
Al cumplirse quince años de su nacimiento, y diez de la edición de su primer disco («Global», 1999), Falso Primer Ministro reaparece con lo suyo: un material de puro pop electrónico, pero con rumbo ciertamente ecléctico. Y así resulta en el paladar de quien lo escuche: Teresa Tomatti -en la voz- por momentos suena ingenua y naif, y por otros, melancólica y perdida. Es que «Alealandia» parece mostrarnos desde la música que todo está bien, aunque desde el texto no pueda olvidar que «el mundo ahora es más amargo/ y el tiempo se acaba como los árboles». Canciones como «Tonto corazón» y «Un altar» entran fáciles y livianas, y otras como «Alealandia» -a bordo de un piano ejecutado por Juan Pablo Herrera, invitado externo- resulta algo más densa y oscura. Todo parece formar parte del juego de las dicotomías, sin llegar a serlo tanto.
Con un verdadero logro sonoro y el incalculable aporte de Alfredo Calvelo (co-producción y mezcla), FPM afina su fórmula y continúa la búsqueda. Por eso cuando la pulcritud de esas máquinas y programaciones, tan prolijas y calculadas, se hace constante, y justo cuando dan ganas de derramar un balde de distorsión (o cualquier aporte tracción a sangre), aparecen cosas como «Mejor»; de lo más alto del disco, en una muestra fresca de electro-rock; o una fina versión de pop electroacústico con «Amanecer explica».
Completados con Daniel Campagna -guitarra y sintetizadores-, y Francisco Lagomarsino -bajo y programaciones-, el trío se muestra entre lo bailable y lo introspectivo, con momentos de necesaria experimentación que tan bien parecen hacerle a ese batallón de frías máquinas.