Un film y un disco otorgan la verdadera dimensión del festival musical más gigantesco de la historia.
Sentarse apretujado sobre las colinas, soportar un aterrante diluvio durante más de quince horas, permanecer allí tres días compartiendo la escasa comida y las pocas carpas o durmiendo al aire libre junto a 400.000 personas, sólo para escuchar música pop puede no ser para muchos una manera de hacer historia, otros quizás lo consideren como una rebeldía inútil o una irresponsable procesión.
Pero esas 400.000 personas —en su mayoría jóvenes— que se sentaron pacíficamente en los campos de labranza de la cercana villa de Wood• stock, para asistir al festival de música más grande en la historia de la humanidad, demostrar sin proponérselo que el hombre esencialmente quiere la paz y que aún es posible amarse los unos a los otros.
Durante esos tres días de «paz, música y amor» que duró el Festival, realizado el año anterior, el mundo conoció lo que allí iba sucediendo por medio de las escuetas notas periodísticas. Se difundieron incompletas noticias afirmando que medio millón de jóvenes estaban encallados en los caminos de acceso a las rutas, que faltaba agua y comida; todo eso que se reportaba al mundo exterior daba una imagen de caos y desesperación.
La mayoría de las informaciones fueron ciertas, pero no exactas. Hu bo que esperar hasta hoy para tenei la dimensión real de lo ocurrido Michael Wadieigh (28 años) y Bot Maurice (27), dos jóvenes de pelo largo, que en nada se parecen a la imagen del cineasta estilo Hollywood, filmaron todo lo que alli ocurrio durante los tres días del festival, pero tambien en los preparativos previos y cuando ya nadie quedaba sobre las colir4as revueltas de la parte alta del estado de Nueva York.
Para los que no pudieron estar alli, para los que criticaron esa gigantesca reunión de jóvenes, para los que desprecian esta linea de la música, para los que ni siquiera se interesaron en lo que alli ocurrió, en las próximas semanas sera posible acercarse a dos de los documentos más importantes registrados en Woodstock: el film de más de dos horas de duración y la edición de un long play de triple tapa, con tres discos, donde figuran las valiosas figuras de la música pop que participaron del festival, más la presencia de otras valiosas cuatrocientas mil personas que los escucharon. En total concordancia con una generacion educada dentro de los medios masivos de comunicación, la producción en serie, la frialdad cibernética y las teorías del futorologo McLuhan, el festival se convirtió en uno de los acontecimientos sociológicos más significativos de los ultimos veinte años, y como tal, filmado, grabado, fotografiado y cronologizado por la prensa, analizado por políticos y científicos y novelizado por los escritores. Todas las técnicas y las sutilezas ideológicas giraron sobre Woodstock. Sin embargo, la pelicula que produjeron una treintena de jóvenes no trata de explicar y analizar el festival, solamente presenta lo que allí ocurrió: un documento fascinante y real sobre la forma en que se vive en la actualidad y un instante histórico clave en la década del setenta. El público tiene así los elementos para sacar sus propias conclusiones.
SE ESPERABAN 100.000 PERSONAS
Los organizadores apenas si esperaban cien mil personas. Los abastecimientos e instalaciones sanitarias fueron previstas para esa cantidad. Pero más de cuatrocientos mil —para tomar sólo una cifra conservadora— llegaron hasta Woodstock, el pueblecito donde desde hace algunos años vive el legendario Bob Dylan. Durante los dos días previos al festival una caravana alegre (coches pintados, ómnibus con flores y simples caminantes) fue arribando hasta los 6C3 acres de Max Yasgur, el granjero qut alquiló sus campos para que se realizara el evento. Los pocos policías que ordenaban el tránsito terminaron contagiándose: muchos de ellos tenían una flor sobre su chapa identificatoria. Los organizadores del festival trabajaron varias semanas antes sobre la pendiente de una colina en las montañas Catskill para montar el escenario y las demás instalaciones. Los responsables eran cuatro jóvenes: Artie Kornfeld (26), Mike Lang (24), John Roberts (24) y Joel Rosenman (26).
Esos campos se convirtieron por tres días en una verdadera ciudad (Inclusive se editó un libro muy difundido sobre el festival denominado «Nación de Woodstock»), con vida propia: se dio el caso del nacimiento de dos bebés. También hubo —como en una ciudad— problemas de abastecimiento, tránsito y asistencia. La policía del estado de Nueva York colaboró con helicópteros (se registraron, como es lógico entre cuatrocientas mil personas, algunos casos de personas que necesitaban asistencia médica) para trasladar a los enfermos a Nueva York o villas próximas.
LA MUSICA
De acuerdo con el programa original, la música debía comenzar a las dos de la tarde del día sábado y continuar hasta la media noche, y de la misma manera, los días restantes. Cada grupo o solista tenía una hora fijada para su presentación. Pero una vez inmersos en la vorágine de Woodstock, los artistas se contagiaron del clima de alegría y regocijo del público. En vez de seguir fielmente la rutina de la programación, fueron llenando los baches en forma natural e improvisada.
Siempre había alguien que deseaba tocar. Algunos grupos lo hicieron durante tres o cuatro horas continuadamente. Otros dejaban el escenario y se iban a tocar a los bosques cercanos o a la granja para la cría de cerdos, luego volvían para seguir tocando. Cada grupo tocaba fuerte y en la medida de sus posibilidades bien. Parecía como si todos hubieran querido ofrendar su música a ese clima de paz y amor que reinaba entre los asistentes.
LA PELICULA
No todos los artistas que estuvieron en Woodstock fueron registrados en la película, próxima a estrenarse en Buenos Aires. Entre los muchos conjuntos fue hecha una selección y otros no figuran por problemas de contratos y convenios anteriores. De todas maneras cantan y vibran en el film Joan Baez, Joe Cocker, Country Joe, Crosby, Stills, Nash and Young, Arlo Guthrie, Riche Ha+lens, Jimi Hendrix, Santana, John Sebastian, Sly and the Family Stone, Ten Years After y the Who: nueve artistas norteamericanos y tres ingleses.
Siete cámaras estuvieron registrando constantemente todo lo que ocurrió durante los tres días de Woodstock. Fueron filmadas en total 120 horas de película, de la que obviamente fide eliminada la mayor parte para extraer una verdadera síntesis cinematográfica de ese importante evento programado, actuado y presenciado por jóvenes.
El equipo de filmación trabajó durante las 24 horas de cada dia. Los camarógrafos no descanasaban: un equipo especial de enlace les reponía la cinta virgen en el lugar donde ellos se encontraban trabajando, encaramados en las altas grúas (que también sirvieron para armar el escenario), apretados entre los concurrentes, en el pabellón de los artistas o en los bosques cercanos donde se habían instalado la mayoría de los camping. Todo eso, portando las cámaras al hombro mientras se descargaba la lluvia torrencial. Lo mismo ocurrió con los técnicos de sonido que registraron cada actuación con el fin de reunirlos en un álbum de incomparable sentido histórico. En el long play (que también en estos días sale a difusión) pueden escucharse el fantástico griterío, los murmullos, y muestras de aprobación de las cuatrocientas mil personas. La parte más emocionante de ese álbum es cuando el público, ante la amenaza de la tormenta eléctrica, comenzó a gritar a coro: «que no llueva, que no llueva». Cuatrocientas mil personas pidiéndolo. Parecía un acto religioso: el hombre ante la naturaleza adquiriendo su verdadera proporción. Por momentos la película peca de un desesperado intento de traslucir todo lo que pueda significar un enfoque sociológico, cuando visiblemente por su propio peso lo más importante se inclina por el espectáculo musical en sí.
La excitante aparición del grupo Santana fue fotografiada con una calidad y sentido de la armonía pocas veces vista: el baterista está tomado en cámara lenta con cortos pantallazos.
En la actuación de Sly and the Family Stone, por ejemplo, el director de la película, Michael Wadleigh. produjo un verdadero poema audiovisual: Mientras Sly canta una estrofa que el público repite, comienza a saltar con su traje de flecos blancos alzando los brazos, todo en cámara lenta; finalmente el movimiento de la cámara se detiene pero el coro sigue, y sigue, hasta que finalmente se convierte en susurro y se apaga.
El film termina con la actuación de Jimi Hendrix, que llegó tarde y se presentó sólo ante 40.000 mil personas (¿?).
Ya casi ha pasado un año desde la realización del Woodstock Festival en ese campo que ya es histórico; sin embargo recién ahora, con los comprobantes documentales: pelicula y disco, la gente de todo el mundo podrá conocer la verdadera dimensión de lo que fue la reunión más grande de toda la historia de la humanidad que se juntó sólo para escuchar música y para convivir, como lo propusieron sus mismos organizadores, tres días de paz, música y amor.