Unas 5 mil personas bailaron, cantaron y se mojaron en la cuarta edición del festival Oye Reggae en la Montaña. Karamelo Santo, Abuela Coca y Pablo Molina fueron los grandes protagonistas.
Amanece el sábado y comienzan los últimos retoques para que todo este bien cuando la fiesta se desate. El lugar elegido es el complejo El Faro, en el dique El Cajón de la esotérica Capilla del Monte que una vez más se vestía de verde, amarillo y rojo.
Poco a poco van llegando las primeras rastas y al promediar las 18hs el lugar ya tiene el clima ideal para darle rienda suelta al espectáculo: sol, agua y reggae….que más podían pedir. Los primeros grupos fueron pasando por el escenario, destacándose los Kameleba (San Luis) que una vez más pisaban las tablas para mostrar su excelente primer disco.
Mientras algunos perdían la mirada en las sierras, otros disfrutaban del lago a pesar del frío que se sumaba al festival. Hay quienes aseguran haber visto una luz verde moverse muy raro sobre los cerros, pasa que hasta los marcianos querían estar ahí.
Entrada la noche, los Satélite Kingston deleitaron la concurrencia con su repertorio y los Demasiado Revueltos (Córdoba) hacían bailar hasta las piedras. Cuando Sudakaya (Ecuador) subió al escenario, luego de varios «hundimientos» en un hueco del escenario en el que muchos tropesaron, la gran protagonista de la noche se hizo presente. Y no se trata de la música ni mucho menos de los esperados Abuela Coca, sino de la gran vedette que fue la lluvia. Viento helado y hasta granizo, obligaron a suspender la primer jornada mientras los más de 2500 chicos presentes huían del lugar como podían.
Sin lugares donde refugiar al público, con la carpa que hacía a la vez de camarines repleta de músicos, el escenario completamente mojado, sin vehículos suficientes para evacuar a la gente y un prolongado corte de luz; una vez más se ponían de manifiesto los desaciertos organizativos del festival más importante del género.
Que llueva, la vieja está en la cueva…
El mal clima se mantuvo también durante el domingo, haciendo peligrar la continuidad del evento. Sin embargo, haciendo tripacorzón, poco a poco se volvió a poblar el lugar. Con la actuación de Verde (Bariloche) los pies comenzaron a moverse. Luego tocarían Abuela Coca y los Sudakaya, que no pudieron actuar el día anterior. Riddim lamentablemente tuvo que dejar su participación para otro momento, Pablo Molina repasó su pasado y presente y Capitán Amarillo (Córdoba) demostró una vez más ser una de las mejores agrupaciones del reggae local. El cierre fue para los mendocinos de Karamelo Santo, quizás el grupo más esperado desde hace varios años.
Al igual que el año pasado, el festival se caracterizó por el buen nivel de las bandas, las fallas en la organización y los precios extremadamente caros que reinaban en el lugar. A pesar de que en la anterior edición la lluvia también trajo complicaciones, una vez más no se tomaron los recaudos necesarios a pesar de todos los pronósticos climáticos.
Algo que deberá tenerse en cuenta en caso de realizarse una nueva edición al aire libre: quien paga una entrada de más de $20 para asistir a un evento, lo mínimo que espera es poder disfrutar de él. Si bien la lluvia no la controla nadie; colocar carpas, medios de transporte y un escenario «impermeable» se torna fundamental para un evento de estas características.