El fotógrafo se desprendió de la gente, y el sonido se le fue convirtiendo cada vez más en murmullo, llegó a la tribuna vacía que enfrenta a la oficial. Comenzó a subir los primeros 52 escalonés que lo separaban de la cima. Cuando llegó allí sintió un escozor: enfrente y abajo suyo había 15.000 personas absorbidas por la música, como focos el sol implacable destacaba los colores rojos. Las ovaciones las escuchaba como a través de una sordina. Sin ser un profesional, él había captado la foto más monstruosa de B. A. ROCK II. Su asombro fue mayor cuando la reveló: emocionado, a los pocos días la entregó a un redactor de Pelo. El fotógrafo se llama Miguel. Gracias por vernos a todos con tu ojo mecánico. Te envidiamos la idea de llegar hasta allí, pero al menos nos queda tu foto, «la» foto.